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martes, diciembre 24, 2024

SALUDAR CON SOMBRERO AJENO

DR JAIME LPEZ REl 21 de mayo, en plena cresta de la ola de la pandemia aquí en México, los comunicadores informaron que funcionarios de los diferentes organismos que tienen como misión el cuidar y garantizar la seguridad del pueblo, estaban de manteles largos porque informaban a toda la nación, que los hechos delictivos en sus diferentes modalidades, habían tenido un importante descenso durante el mes de abril, de lo que estaban sobradamente orgullosos.

La información, tal como la vengo comentando, no habría impactado a nadie con tres dedos de frente, como decía mi abuelito. Pero falta el ingrediente que la convierte en un encabezado de ocho, o no sé de cuantas columnas periodísticas. Ocurrió que un periodista, con el más elemental sentido común, cuestionó a uno de los funcionarios:

—Perdone usted, ¿no será que, en un momento como el que estamos viviendo en México, en el que buena parte de la población, permanece en casa, esa disminución de delitos, de la que usted habla, se deba a que la gente está encerrada en casa, y perdóneme la expresión, pero es como decir que los maleantes no tienen a quién asaltar, secuestrar, extorsionar, engañar, timar o robar?

Incómodo, como es fácil de comprender, el funcionario aseguró:

—De ninguna manera. Se debe, más bien, a la participación y magnífico desempeño… Y allí siguió toda una retahíla de elogios para los cuerpos de seguridad, y que usted de sobra conoce.

Hasta allí el antecedente. Ahora un comentario. Desde la escuela secundaria, algún profesor, muy probablemente el maestro de Biología, nos afirmaba: “Cuando se quiere investigar la posible causa de un fenómeno, hay que ver primero si no ha habido un factor diferente que pudiera ser la causa que lo explique”. Y luego nos ponía un ejemplo: si ustedes tienen un estanque, en el que cuidan, digamos a cien renacuajos, y de los cuales, todos los días tiran su colita entre tres y cinco; si un día la tiraron, no cinco, sino sesenta, hay que ver qué factor ajeno pudo estar presente: Ustedes siguieron cuidando los renacuajos y todo seguía siendo igual, pero sesenta de ellos tiraron su colita un día. Hay que investigar si se quedaron sin agua; si la temperatura ambiente subió al doble de la habitual, si se secó el estanque, etc. etc. Y si ustedes encuentran un factor diferente, deben pensar que ése fue la causa mientras no puedan encontrar otra, científicamente comprobada.”

Y en el caso de los delitos, cualquier estudiante de secundaria sabe que la única variante que se introdujo, es que la población permaneció en su domicilio. Bajó, pues, a la mitad o más, la presencia de personas fuera de sus casas y, por lo tanto, la posibilidad de exponerse al riesgo de sufrir un acto delictivo. Tan sencillo como eso.

¿Será que, a los ciudadanos comunes, nos cuesta mucho saludar con sombrero ajeno?

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