El viernes 5 de mayo, una nota del periodista Alfredo Valadez Rodríguez, corresponsal del periódico “La Jornada” en Zacatecas, Zac., afectó tanto el prestigio, pudor, preparación y sensibilidad de los diputados locales, que éstos convocaron a una reunión extra urgente.
Horas y horas duró la deliberación. Ninguno de aquellos inefables diputados aceptaba la nota difundida por el comunicador Valadez Rodríguez. Y en aquel ambiente enrarecido por la agnosia, empezaron a brotar acusaciones y coartadas.
—Yo no las ordené—aseguró la diputada por el X distrito.
—A mí no me preguntaron —arguyó el representante popular del VII distrito.
—¿Quién integró la comisión para los festejos? —preguntó un legislador que representa a los pobladores del II distrito.
—Fue la diputada Bañuelos de la Torre —aseguró la legisladora por el I distrito.
—¿Cómo es posible? —casi se desgarró las vestiduras el diputado por el distrito XII—, si ya saben que ella fue alumna de Elba Esther.
—Un momento, señoras y señores diputados —intervino de pronto quien diputa a los habitantes de la demarcación XI y quien, como dicen en mi pueblo, sí era más leido y escrebido— no es tiempo de buscar culpables. Abordemos el caso con la responsabilidad que merece; ¿cuál es el problema?
—Lo que se publicó en la Jornada —aseveró el suplente del diputado por el VIII distrito—; que las monedas que se mandaron imprimir para conmemorar el acentenario…
—Centenario —le dijo alguien al oído.
—Ése pues —prosiguió el suplente—, que dice que lleva faltas de geografía…
—De ortografía —le volvió a corregir el mismo colega.
—De eso, pues, como dice aquí el compa.
—Traigan una para verla —pidió otro legislador.
En cuanto la tuvieron, todos se apiñaron alrededor de la moneda acuñada en plata. En ella podía leerse, con mayúsculas: “IDENTIDAD, LIVERTAD, IGUALDAD Y JUSTICIA SOCIAL”.
—¿Alguien encuentra algún error de esos que dice el periodista?
Todos dijeron que no; así que para concluir con el escabroso asunto, alguien sentenció:
—Propongo que se llamen a los senadores y se les diga que nos regresen las monedas para hacerles una corrección, porque llevan una falta de ortografía.
La sugerencia fue aprobada, ahora sí que por unanimidad.
Dos días después algún senador llamó por teléfono:
—Queridos colegas —los animó—, gracias por su preocupación. Las monedas están muy bonitas. Y por lo de la falta de ortografía no se preocupen. Estamos seguros que fue un error involuntario eso de escribir LIVERTAD sin acento en la A.
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