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lunes, noviembre 25, 2024

DIÁLOGO CON HIDALGO

J MA. CARDONAUn día cualquiera, después de muchos años volví al Primitivo y Nacional Colegio de San Nicolás, sentí que el tiempo regresaba como cuando asistí por primera vez a las 7 de la mañana en primer año del bachillerato de Derecho y Filosofía.

Me senté en una de las bancas, había pocos alumnos y puse la vista en la estatua de Don Miguel Hidalgo, de repente experimente una extraña sensación como si alguien me hablara muy suavemente al oído y escuche una pequeña voz suave a veces agitada otra vez desesperanzada, pero al pasar los minutos indignada. Esa voz no se oía con claridad y supuse que de manera fantasmagórica era el espíritu libertario del padre de la patria que me cuestionaba sobre la situación de su casa en la que fue estudiante, profesor, tesorero, rector.

Después de unos instantes tuve que responder, confieso con algo de temor, la tarde caía y las luces del colegio aun no se encendían, entonces intente establecer un dialogo no sé si era el que me murmuraba, repito al oído.

Le tuve que decir que la patria que nos dio esta ensangrentada, más de cien mil muertos, 30 mil desaparecidos en una guerra esquizofrénica contra el crimen organizado iniciada por un presidente idiota.

Que los políticos de todos los partidos –PRI, PAN, PRD Y Morena, etc.- no vivían para la política que tiene como fin el bien común de la mayoría de los ciudadanos.

El dinero público aportado por los esfuerzos de la mayoría del pueblo trabajador mediante el pago de impuestos directos e indirectos, los gobernadores y la clase política los hacían privados en diversos actos de corrupción; volví a oír la voz, pero ya en un tono enfurecido como si quisiera decir que de nada había servido el sacrificio por la Revolución de la independencia.

En la mayoría de la población se encontraba la pobreza, que los salarios no alcanzaban para adquirir la canasta básica, que había más de 15 millones de mexicanos en la informalidad y que ahora ya no dependíamos del imperio español, sino del yanqui. Su voz se escuchaba más agitada pero al mismo tiempo triste, desolado.

Por unos segundos dejo de escucharse para luego volver y preguntar no solo por su colegio sino ahora por su Universidad Michoacana de San Nicolás que llevaba su apellido, le tuve que contestar que no había democracia, que la autoridad universitaria tiene una visión vertical de las cosas, que en meses pasados los estudiantes-aspirantes y rechazados habían parado a la universidad por dos meses enfrentándose a la intransigencia y golpeteo de la autoridad universitaria y que finalmente el Honorable Tribunal Universitario había expulsado a varios de los dirigentes y ahora aprobó el Consejo Universitario un reglamento anticonstitucional donde se prohíbe todo tipo de manifestación o acto político por el derecho a la educación pública y gratuita en su casa y los que se atrevan a ser toma y manifestaciones que atenten contra la “moral” no serán admitidos y los que ya estén serán inevitablemente expulsados cancelándoles oportunidades que por cierto hay muy pocas en este país para la juventud.

El dialogo continuo, pero su voz ya era de una gran indignación, me interrogo en que iba la situación de los profesores y trabajadores en relación a las jubilaciones y pensiones; inevitablemente le tuve que decir que el gobierno federal, estatal y el Congreso Local en un acto total de violación a la autonomía universitaria quería condenar a los profesores y trabajadores a trabajar más años por el mismo salario aniquilando las conquistas de la jubilación a los 25 años, mientras que la autoridad universitaria era sumisa al gobierno en este tema. Al fin la noche cayo, su voz con indignación por todos los atropellos que vive la universidad y el país en medio de la indignación se fue callando, lo último que escuche fue lo siento no valió la pena tanta sangre. De repente sentí una mano en mi hombro y una voz que me dijo: profesor ya vamos a cerrar el colegio es la hora de descansar, le contesto al intendente gracias compañero, me levante y salí del colegio perdiéndome entre el tráfico. Tal vez fue un dialogo con Hidalgo en un breve sueño mientras descansaba en una banca en el Primitivo y Nacional Colegio de San Nicolás.       

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