Expertos aseguran que es poco el impacto que tendrá el Tratado México, Estados Unidos y Canadá (TMEC) en el turismo. Uno de los principales argumentos es que no se incluyeron los temas aéreos y se perdió la oportunidad potencial de aumentar la conectividad aérea para México, como se hubiera logrado con un tratado paritario de Estados Unidos, como el que le da a Canadá. Se podía esperar que el gobierno de la Unión Americana aceptara tal como sucede con los canadienses e incluso entre México y Canadá que las propias aerolíneas determinaran libremente las rutas entre ambos países.
En la actualidad, las rutas aéreas se hacen en pares de aerolíneas de cada país por destino o lo adicional se negocia, no se ha abierto por temor de las aerolíneas mexicanas a la competencia. Ahora que varias de las aerolíneas tendrán que concentrarse en menos destinos por la Covid-19, hubiera sido un buen trato para los ciudadanos de ambos países que las aerolíneas estadounidenses fijaran libremente sus rutas; pues ello aumentaría el número potencial de asientos disponibles, pero afectaría a las aerolíneas mexicanas.
También hubiera sido interesante negociar lo que se conoce como quintas libertades, de esa forma una aerolínea de un tercer país pudiera, por ejemplo, bajar en un destino de la Unión Americana y de allí subir y bajar pasajeros para terminar en una ciudad mexicana y viceversa. Es importante recordar que el TMEC se firmó por seis años pues se debe refrendar, así es que como las inversiones turísticas son de largo plazo y es posible concluir el tratado en ese periodo, tampoco ofrece ventajas sustanciales. Básicamente el TMEC lanza una señal de confianza para los inversionistas y establece los mecanismos más expeditos para la solución de controversias. Existen implicaciones relevantes en la parte laboral, pero estarán concentradas en empresas exportadoras mexicanas de sectores como el automotriz y de la minería.
Más allá de eso, nadie debería pensar que el TMEC será una panacea para el turismo. Aunque se están analizando las consecuencias jurídicas para el turismo, por ejemplo, en los protocolos y las certificaciones para empresas del sector.
Siguiendo con el tema de las aerolíneas, recientemente la Asociación Internacional de Transporte Aéreo, (IATA) realizó un estudio de opinión pública en varios países para conocer qué inquieta a los viajeros, a la hora de volar y cuándo estiman que volverán a hacerlo. En tal sentido, casi la mitad de los encuestados (45%) admitió que volverían a viajar en los próximos meses. Esta misma cifra, en abril, ascendía al 61%. Un grupo de usuarios admite que viajaría para visitar amigos y familiares (57%), otro lo haría para vacacionar (56%). El problema es que el 64% afirmó que pospondría sus viajes hasta que mejoren los factores económicos.
Los pasajeros dicen que llevará tiempo antes de que vuelvan a sus viejos hábitos de viaje. Muchas aerolíneas no planean que la demanda regrese a los niveles de 2019 sino hasta 2023 o 2024. Respecto a los principales temores de los pasajeros, estos se manifiestan en dos áreas: en los aeropuertos y en el momento específico de volar. En los aeropuertos el mayor temor es a los autobuses y trenes abarrotados que conducen al aeropuerto (59%), en segunda instancia aparecen las aglomeraciones o colas en el check-in, los controles de migraciones y el embarque (42%). Ya dentro del avión, el principal temor es el hecho de estar sentado junto a una persona infectada (65%), en segundo término, aparece el uso de los sanitarios (42%) y finalmente, la calidad del aire que se respira en el avión (37%). El dato que más preocupa es que el 58% de los consultados dijo que evitan los viajes aéreos y el 33% afirmó que evitará viajar en el futuro como una medida para reducir el riesgo a contraer Covid-19.
Es un hecho que recuperación en el turismo tomará más tiempo de lo esperado.