Baldomero Fernández Moreno fue un poeta argentino que falleció hacia la mitad del siglo pasado. Aunque para los mexicanos no fue muy conocido, escribió poemas sencillos y llenos de belleza. En uno de ellos, empieza cuestionándose por qué no hay flores en una enorme casona del barrio de Balvanera, en Buenos Aires; y lo hace en estos términos:
Setenta balcones hay en esta casa;
setenta balcones y ninguna flor.
A sus habitantes, Señor, ¿qué les pasa?,
¿odian el perfume, odian el color?
Y este poema, amigas, amigos, fue lo primero que a mi mente llegó, cuando, anoche, el presidente de México lanzó sus “vivas”, en un solitario acto recordatorio del inicio de la lucha por la independencia de México. Veinte vivas se le escucharon. Veinte frases de arenga con los más variados contenidos. Muchos, entre ellos quien esto escribe, creímos que le oiríamos un viva dirigido a la rifa del avión “del pueblo” (?). Pero no fue así. Y lo que a todo México llamó la atención es que no hubo una sola arenga para el iniciador de la lucha por la independencia, ni para quienes lo siguieron, hombres y mujeres que duermen en las páginas de la historia, y muchos de ellos no alcanzaron ni siquiera un renglón, ni una nota al pie de una página, mucho menos el privilegio legítimo de ver escrito su nombre en los anales mexicanos.
Sacerdote Miguel Hidalgo:
Desde aquel año de 1812, en que Ignacio López Rayón, en Huichapan, hoy estado de Hidalgo, celebrara, por primera vez, el inicio del movimiento, anoche, en el zócalo capitalino, fue la primera ocasión en que un presidente de México (incluidos los dos autollamados emperadores que tuvimos), omite tu nombre encabezando sus “vivas”.
Ten la seguridad, padre Hidalgo, que muchos se lo reprochamos porque, igual que en la poesía del argentino, nuestro presidente pronunció veinte vivas, pero ninguna para ti.
Licenciado López Obrador:
Yo no te juzgo. Es más, paso por alto la omisión, porque la has lavado con una acción que los mexicanos estábamos esperando desde hace decenios. Y es que, casi al mismo tiempo, enviaste a la cámara de senadores una solicitud para llevar a efecto una encuesta popular, preguntando si el pueblo está o no de acuerdo en que se someta a juicio a cinco expresidentes de México.
En lo personal, eso me basta. Y por eso te perdono. ¡Y creo que hasta el mismo cura Hidalgo te lo perdonaría!
