El pasado domingo 27 de septiembre, se celebró al Día Mundial del Turismo, que cada año, desde 1980, por resolución de la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptada en septiembre de 1979, en conmemoración de que el 27 de septiembre de 1970 fueron aprobados los Estatutos de la Organización Mundial de Turismo (OMT)
“Turismo y Desarrollo Rural” es el lema de este 2020, con el que la Organización Mundial del Turismo busca hacer conciencia sobre la importancia de defender, proteger y desarrollar las zonas rurales y elevar el nivel de bienestar de las personas que viven en ellas, así como debatir las múltiples ventajas y desventajas de relacionar al turismo con el desarrollo rural. Actualmente el 45% de la población mundial vive en zonas rurales (principalmente en Asia y África), y encuentran en aquellas actividades que se basan en el uso de los recursos naturales su principal manera de supervivencia, tales como la ganadería, la agricultura, la caza o la pesca; y cada vez han tomado mayor relevancia económica y social las que tienen que ver con el turismo rural: talleres gastronómicos, vivencias místicas, entre otras.
Sin duda, la pobreza es el gran tema a resolver para las comunidades rurales. Según estimaciones de la CEPAL, en América Latina y el Caribe durante el 2016 la pobreza alcanzaba el 48.6% de la población y el 22.5% vivían en pobreza extrema, lo que acarrea otros problemas como la migración irregular e insegura desde el campo, inseguridad alimentaria y malnutrición, pérdida de biodiversidad, vulnerabilidad ambiental y violencia e inseguridad. Globalmente, la pobreza es abrumadoramente rural. Esto significa que si somos un turismo serio que impulsa el crecimiento y el desarrollo, debemos mirar fuera de nuestras ciudades. Se debe trabajar juntos para ayudar incluso a la comunidad más pequeña a disfrutar de los muchos y variados beneficios que el turismo puede aportar. El turismo se puede convertir en la vía para elevar el nivel de calidad de vida generando nuevas oportunidades de empleo y puestos de trabajo en las zonas rurales, pero de igual manera y si no existe una regulación eficaz, puede incidir negativamente, afectando los recursos naturales y la dinámica social.
La Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA) considera que la recuperación se vio truncada a mediados de agosto por la reimposición de diversas restricciones producto de los rebrotes de COVID-19, en varios mercados clave. La IATA considera como desastroso el desempeño del tráfico de agosto pone un límite a la peor temporada de verano de la industria. La recuperación de la demanda internacional es prácticamente inexistente y los mercados internos de Australia y Japón experimentaron una regresión ante los nuevos brotes y las restricciones de viaje. Se pensaba que la caída de la demanda sería de 63% respecto al año 2019. Sin embargo, revisando las expectativas, la disminución sería de 66%. Las aerolíneas latinoamericanas fueron las más afectadas a nivel mundial debido a que han permanecido más tiempo cerrados que otras regiones.
En agosto, la demanda internacional de pasajeros se desplomó un 88.3% en comparación con 2019. A nivel mundial, decenas de millones de puestos de trabajo dependen de la aviación. Si las fronteras no vuelven a abrir, los medios de vida de estas personas estarán en grave peligro. Se requiere un régimen acordado internacionalmente de pruebas de COVID-19 antes de la salida para dar a los gobiernos la confianza para reabrir las fronteras y a los pasajeros la confianza para viajar en avión nuevamente.