VOCES CON DIGNIDAD
No todo está descompuesto en México; millones y millones de mexicanos son personas honradas, trabajadoras y dignas.
El gobierno, como el pescado, se empieza a pudrir por la cabeza; pero, entre nuestras autoridades, aún hay partes que emiten pulcritud.
Un alentador ejemplo de ese aseo público es el mensaje formulado, recientemente, por la Asociación Nacional de Magistrados de Circuito y Jueces de Distrito del Poder Judicial de la Federación.
Afirmaron que su “único compromiso es con la constitución y la independencia que garantiza un efectivo estado de derecho”.
Su breve comunicado genérico, sin señalar a quién va dirigido, fue una decorosa lección jurídica contra la impertinente y grosera autocracia del presidente Andrés Manuel López Obrador.
El Juez Segundo de Distrito en Materia Administrativa con sede en la CDMX, Juan Pablo Gómez Fierro, concedió la suspensión provisional a los quejosos contra las reformas a la Ley de la Industria Eléctrica; esa ley a la que, por dogmática orden de Andrés Manuel, el poder legislativo no le cambió ni una sola coma.
En esa actitud del ejecutivo (amo) y legislativo (vasallo), se ve la purulencia del gobierno.
Más, cuando el presidente presionó desde su maña… nera, exigiendo obediencia al poder judicial federal para que se investigue a ese juez que osó otorgar esa suspensión provisional.
Así, dijo: “Un día después que entró en vigor la ley, conceden el amparo… es el colmo que estén sirviendo a intereses particulares… en forma visible se muestra, en ese juez, un claro servicio al interés de los conservadores”.
El presidente Amlo (como autoridad señalada como responsable en ese juicio de amparo) tiene el deber y el derecho de defender la constitucionalidad de esa ley, y de probar que con ella no se violan los derechos humanos garantidos a nadie.
Pero su defensa debe hacerla por los cauces jurídicos. En su informe previo y en su informe justificado puede alegar lo que desee y aportar pruebas de que su acto de autoridad se ajusta, en el caso, a nuestra Carta Magna y a los tratados internacionales.
Lo que no puede ni debe hacer (aunque ya lo hizo en sus maña…neras) fue provocar nuevos actos de autoridad que vuelven a vulnerar derechos humanos, en la especie, en contra de ese juez de distrito y de los quejosos.
Esos que Amlo llama “particulares”, como si fueran los malos, conservadores y neoliberales, son a los que nuestra Carta Magna denomina: “… todas las personas gozarán de los derechos humanos”. Son, nada menos, los titulares de esos derechos fundamentales garantizados, sean personas físicas, o personas morales.
Cuando el presidente Andrés Manuel tiene esos arranques desaforados y abusivos (que es un día sí y otro también) exhibe la inmundicia del gobierno.
En el momento en que los legisladores federales (como lacayos de Amlo) lucen como su mejor razonamiento: “es un honor estar con Obrador”, despliegan la peor bascosidad de las autoridades.
En el momento de la conferencia matutina en que, siendo día de la mujer, las colaboradoras del ejecutivo federal dirigidas por un varón entonan, la humillante versificación de “es un honor estar con Obrador”, afloran lo pútrido del gobierno. .
Aunque con retraso de días, que bien que el presidente de la SCJN Arturo Zaldívar, ante el execrable amago de López Obrador, reiteró: “los jueces actúan con independencia”.
Es un aliento satisfactorio percatarse de que no todo el gobierno está podrido. Gran parte del Poder Judicial Federal, con todo y sus imperfecciones en algunos de sus miembros y alguno de sus actos, funciona conforme a derecho.
Si los órganos jurisdiccionales de amparo tienen que negar u otorgar, en esos juicios, la suspensión definitiva y si amparan o no amparan, que sea en apego al sistema jurídico mexicano, pero nunca por órdenes del tirano ni por temor al dictador, por más terrorismo que quiera provocar con su alocada conducta en su circo televisado en cadena nacional.
El gobierno mexicano se derrumbará, pútrido, cuando los ministros, magistrados y jueces, en lugar de aplicar el derecho con independencia, gratuidad, prontitud e imparcialidad, entonen: es un honor estar con Obrador.
Los mexicanos somos libres, no lacayos; ni de este presidente totalitario ni de ningún otro.