El proceso electoral de actualidad suele ser deprimente por la cantidad abusiva de las descalificaciones con promoción del odio, mentiras y medias verdades que calan, manipulan para agregar elementos oscuros maridados con la polarización, ejercicios cruentos que echan por tierra cualquier atisbo de civilidad.
Mientras eso sucede observamos el proceso de vacunación contra la Covid que transcurre a vuelta de rueda. Mientras, muchos especialistas de la sociología y la psicología señalan que la tradicional normalidad no retornará jamás, que el peso de los estragos de la pandemia dejará una huella honda para el futuro inmediato, el pesimismo ocupa un sitial antes vacante, aunque siempre se mantendrá un resquicio para la esperanza.
La negligencia junto a la irresponsabilidad han formado un dúo pernicioso que ha sido impulsor de un crecimiento exponencial en el número de contagios en nuestro país, ello con independencia de las recomendaciones del sector salud que han replicado los gobiernos de todos los niveles. Aunque persiste la necedad, pareciera que se juega una nueva ruleta rusa. Acción suicida y escalofriante evidente.
Acaso, si un dato se puede destacar que no deja de ser esperanzador es que muchas personas han retornado a un hábito que parecía olvidado: la lectura, de la manera tradicional o a través de las aplicaciones digitales.
En Europa y América se ha leído más, acaso por las circunstancias que nos han forzado a muchos a seguir en casa y dar un vistazo a la biblioteca, ha sido el momento de leer o releer diversos autores, de tal manera que podemos confrontar la soledad desde las letras. Un remanso.
Ahora que muchas actividades académicas se han centrado en video conferencias, plataformas y todo el arsenal de instrumentos de las tecnologías de la información y comunicación, pareciera que ya inició la migración a dicho paradigma pedagógico, seguramente se trata de una actividad permanente.
El arte y la cultura se han impulsado desde la soledad, exponentes de diversa índole comparten su quehacer para ocupar esos huecos que deja el confinamiento, con esa contribución se suman actos edificantes que no han pasado desapercibidos porque la sensibilidad es manifiesta.
La lectura, hoy día principalmente, se ha convertido en un estímulo ante una realidad pavorosa.
Tenemos muchos autores, aunque los lectores no son necesariamente una gran legión en nuestro país, la emergencia ha promovido, acaso por necesidad, el interés por los libros y ello significa un viento nuevo.
Los libros nos permiten la franca posibilidad de quitar los frenos a la imaginación, encender una luz para disipar la oscuridad de la soledad, combatir el aburrimiento y renovar la capacidad de asombro porque son diversos los temas e infinitas las historias que se tejen alrededor de la tinta y el papel.
Por la contingencia sanitaria ahora no se pueden visitar librerías como se hacía hace más de un año, aunque los pedidos a domicilio se han incrementado, ahora desde un teléfono se puede adquirir literatura, sin excluir que en muchos casos los lectores acceden a obras vía internet.
Releer libros aporta magia y nos ayuda a ejercer un criterio hermenéutico para glosar e interpretar contenidos, este confinamiento nos ha brindado la opción siempre válida de regresar por el camino de las letras.