El que no quiera vivir sino entre justos, viva en el desierto
Séneca (2-65 AC) Filósofo latino
No sé si Ignacio Mendoza Jiménez sea o no un muy buen abogado. Pero queda claro que malo no es y, sobre todo, que es la eficacia andando, y eso en tribunales es fundamental para ser fructífero. Eso es lo que cuenta.
Y digo que no sé si sea un abogado de excelencia, en términos de su calidad académica, de sus entorchados en Derecho. Pero de lo que no queda duda es que, insisto, es eficaz, y me parece que ello tiene al menos una razón sólida: conoce al revés y al derecho los dos lados de la mesa de los tribunales, la del acusador y la del defensor.
En efecto, es evidente que si alguien conoce al dedillo cómo opera la figura del Ministerio Público, es él, no en balde fue subprocurador de Justicia en dos regiones, y eso le permite aprovechar ahora todas las debilidades y lagunas que presenta, sus lados flacos de corrupción, de torceduras en la aplicación de la ley. Y por supuesto, ahora en su papel de litigante, le saca provecho.
Desde que se defendió a sí mismo en el “michoacanazo”, hasta la liberación de Miguel Ángel Morales, el joven acusado por el MP de asesinar al padre de la diputada Rosa María de la Torre, pasando desde luego por su papel “estelar” como abogado defensor de José Manuel Mireles Valverde, al que contra viento y marea, contra todo el aparato del Estado encima, con la figura de Alfredo Castillo aun pesando en el caso, logró su libertad y que desde ella continúe su proceso, Mendoza Jiménez se ha puesto en la palestra mediática y jurídica.
Le quedan dos asuntos igualmente graves: defiende al alcalde de Álvaro Obregón, hoy no en funciones por estar preso al ser acusado por el MP de ser el autor intelectual de la muerte de diez personas en su municipio, hace casi un año, y tomó la acusación que hace la esposa del periodista Salvador Adame por la desaparición de éste. En el caso del edil hoy detenido, Mendoza me asegura que lo liberará porque dice tener las pruebas de que se trata de otra fabricación de culpable de la actual Procuraduría General de Justicia michoacana. Eso mismo me dijo con anticipación en todos los demás casos descritos en que ha actuado como defensor, y en todos ha acertado.
El caso del edil de Álvaro Obregón parece igual de difícil, porque también está echada a andar la caballería de la procuración de justicia, pero si seguimos la tendencia que llevan los casos que Mendoza toma como defensor, habrá que suponer que tiene altas posibilidades de volver a ganar.
Ello, porque es claro que está aprovechando toda la proclividad histórica del Ministerio Público federal y estatal a acusar sin sustento y muchas veces con dolo a quien no debe, sólo para salir del paso en casos de altas proporciones mediáticas. Mendoza conoce a pie juntillas cómo opera el MP y lo está doblando en cuanto caso asume. Veremos ambos desenlaces, pero ya el MP debe estarle temiendo encontrarlo en tribunales.
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