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martes, noviembre 26, 2024

GOLPES GORILESCOS

Marco A Aguilar     LOS DIOSES NO TIENEN TRASERO

 

Beatriz Pagés con acierto asevera que “Salgado Macedonio es la esencia de lo que representa el régimen lopezobradorista”.

Varias personas de diversas tendencias, entre las que se encuentra el senador morenista Germán Martínez, afirman que “Félix Salgado es el rostro de la 4T”.

No hay duda de que ese Macedonio se ha convertido en personaje siniestro, sembrador de bravuconadas sin sentido, fantoche y violador, según denuncias.

Sus supuestas violaciones son penales, y también electorales.

El INE le aplicó a Félix (aspirante a la gubernatura de Guerrero), como a otros precandidatos, la única sanción que establecen los artículos 229 fracción 3, 445 inciso d), 456 inciso c), fracción III, de la Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales.

“Si un precandidato incumple la obligación de entregar su informe de ingresos y gastos de precampaña dentro del plazo establecido, y hubiese obtenido la mayoría de los votos en la consulta interna o en la asamblea respectiva, no podrá ser registrado legalmente como candidato… y si ya está hecho el registro, se cancelará.”

¡Ésa es la única sanción!, no hay otra.

¿Es excesiva? Esta pregunta es irrelevante, pues lo ordena la ley que el mismísimo Andrés Manuel López Obrador impulsó, cuando fue opositor.

Es una sopa de su propio chocolate; y de chocolate saben todos los miembros de la familia del presidente Amlo, ya que han establecido una industria chocolatera próspera, bajo la sombre del poder.

Pero esa legal y debida aplicación de la ley se ha convertido, para Andrés Manuel y todos sus ciegos seguidores, en un terrible agravio.

Y como gorilas se dan golpes de pecho, con el ánimo de infundir terror en instituciones y personas; y como toros embravecidos tratan de arremeter al que se les oponga.

Con el Tribunal Federal Electoral no tienen problemas esos supuestos agraviados; la mayoría de los magistrados que lo integran son ofuscados amlovers.

Sin embargo, no es nada fácil para ese tribunal obsequioso, ya que reconoció oficial y públicamente que los precandidatos sancionados sí actualizaron las faltas establecidas en las hipótesis jurídicas de la ley; y esa ley, repito, tiene exclusivamente esa sanción: no registrar o perder el registro.

¿A quién le harán caso esos magistrados, a su dios Amlo o a la Ley?

Y no sólo para lo electoral, sino para algo más delicado: el proyecto de nueva Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación, equívocamente aprobado por el senado; donde en artículo transitorio otorgan inconstitucionalmente dos años más como presidente ministro de la SCJN a Arturo Zaldívar Lelo de la Rea, como si le pagaran un soborno o lo estuvieran cohechando.

El cuarto párrafo del artículo 97 de nuestra Carta Magna es claro, y no pude ser reformado por un artículo transitorio, ni por el senado ni por el Congreso de la Unión, sino sólo por el Congreso Constituyente Permanente, y lo que este constituyente aprobara no puede ser retroactivo: “Cada cuatro años, el Pleno elegirá dentro de sus miembros al presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, el cual no podrá ser reelecto para el periodo inmediato posterior.”

Y López Obrador arteramente dijo, primero, “no sé nada, pero estoy de acuerdo con que Zaldívar siga como presidente”; y, después, confesó que él lo había propuesto.

El jesuita del siglo XVII Caspar Wanderdrossel, personaje del que escribió el argentino Jorge Luis Borges (1899-1986), al igual que el italiano Umberto Eco (1932-2016), dijo que en un naufragio se salvó el capitán y cinco marineros. Festejaron con aguardiente su sobrevivencia en una isla. Salió el sol y fueron sorprendidos por negros guerreros. El capitán de gran estatura, atlético, blanco, barbado, rubio, de ojos azules, tomó su pistola y disparó a quien encabezaba la agresión, matándole de inmediato. Los isleños se arrodillaron sumisos ante el capitán, considerándole un dios, obsequiándole el collar y la lanza del jefe muerto. El capitán tomó los regalos. Se dio vuelta para alcanzar su ropa y vestirse, pues estaba desnudo. Al verlo de espaldas los guerreros se lanzaron en contra de él hasta matarlo, al darse cuenta de que tenía nalgas, ya que para esa tribu los dioses carecían de trasero.

En este siglo XXI tenemos que aprender del sentido común de esos aborígenes.

Urge saber si nuestros presidentes son dioses, o no; nos basta ver si tienen trasero, ya que hay quienes lo enseñan en cada uno de sus nocivos actos de autoridad.

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