La democracia como aspiración y praxis, argumento, medio y fin es el asunto que contiene diversos dilemas que no dejan de discutirse en medio de una polifonía creciente que reitera una estampa de la diversidad no exenta de polarización que se ha convertido en un ingrediente de nuestra vida cotidiana.
A diario se exaltan las diferencias políticas, en muchos casos con argumentos rudimentarios con una visión maniquea, buenos y malos dependiendo de la óptica con que se mire, mucha pirotecnia verbal aunque en muchas ocasiones con escasos argumentos porque éstos se sustituyen por dogmas.
Hace unos días fue aniversario luctuoso de Nicolás Maquiavelo el politólogo florentino que retrató la política de manera realista para resumir que los medios no importan tanto si se trata de alcanzar el poder, en dicha obra escribió de las razones de estado para inaugurar el pensamiento político contemporáneo. Las tesis maquiavélicas mantienen vigencia porque describen la condición humana.
Actualmente en nombre de la democracia se perpetran acciones que le contradicen en los hechos, los debates que escuchamos están impregnados de crispación, juicios de valor montados sobre medias verdades y un acendrado maniqueísmo.
Aún falta ensanchar la ruta de la democracia para que ésta sea vigorosa y no un asunto a capricho de una elite cada vez más empecinada en fortalecer el oligopolio de la partidocracia. Los partidos políticos se fundaron para buscar el poder, la tenencia del mismo es la causa última desde que surgieron en la etapa contemporánea en Inglaterra, bajo esa lógica todo puede ser posible.
Se viven y padecen tiempos complicados, una pandemia de larga duración, el fin de este flagelo no se puede predecir porque la realidad indica el alcance exponencial en la aldea global, los números provocan incertidumbre y el optimismo se desmantela ante el peso de los datos duros. La clase política parece no inmutarse ante el problema de salud que se instaló hace más de un año por el orbe.
Mientras, en nuestro país se prepara la consulta para saber si se juzgaría a los ex presidentes de los últimos tiempos, dicen que es un ejercicio de la democracia directa y el debate en torno a esta iniciativa está latente con todo y su controversia.
La impunidad y la corrupción continúan como sendos problemas estructurales, las matanzas de los últimos días en diferentes puntos del país revelan una realidad cruda, el avance de la violencia descarnada demuestra que falta mucho por hacer en esta materia, en ocasiones parece que la fatídica Caja de Pandora se reabrió para que los males se esparcieran.
No obstante, lo peor que puede suceder es claudicar, muchas iniciativas independientes están vivas, se han convertido en denuncias, exigencias, producto de una indignación legítima, contribuyen a no abatir la polifonía que nutre la diversidad, son ópticas que constatan el debate de ideas para reflejar un México plural.
La agenda escrita en torno a la cosa pública registra diversos pendientes que no deben ser soslayados, porque postergar el abordaje significará que ha llegado la noche de manera prematura.
Queda la esperanza y una viva capacidad de asombro e indignación.