Hoy los mexicanos conmemoramos una decisión que cambió nuestra historia como Nación, decisión que fue tomada por el último estadista que ha gobernado a México, el General Lázaro Cárdenas del Río, michoacano universal, visionario, que debe ser ejemplo para las futuras generaciones.
Ese 18 de Marzo de 1938, mediante decreto se concretó la nacionalización de la industria petrolera en México tras una serie de acontecimientos que sacudieron al país; los trabajadores de la industria carecían de muchos derechos y beneficios.
En defensa de ellos y al negarse los empresarios extranjeros a mejorar su situación laboral, el presidente, el líder de la Nación, tomo la determinación de aplicar la Ley de Expropiación a 17 compañías petroleras extranjeras que operaban en México.
Nacionalizar la industria petrolera restauró el respeto a México a nivel internacional. La Expropiación Petrolera ratificó la soberanía nacional sobre nuestro petróleo y dio paso a una nueva etapa para el desarrollo económico del país.
El oriundo de Jiquilpan emprendió muchas acciones que lo posicionaron como un verdadero estadista, por actuar con firmeza para afrontar los problemas nacionales.
Destacan por ejemplo, la promoción la Reforma Agraria y la creación de los ejidos, brindó asilo político a españoles exiliados durante la guerra civil, creó el Instituto Politécnico Nacional, el Colegio de México, PEMEX y el Partido de la Revolución Mexicana, antecedente directo del PRI.
Seguramente el General Cárdenas, se sentiría muy decepcionado de ver en que se convirtieron PEMEX y el Partido Revolucionario Institucional, ambos ejemplo de corrupción y opacidad.
Fue un Presidente querido y respetado por su tino para conducir al país en momentos de gran convulsión internacional, y sentó las bases para México del Siglo XX.
El general Cárdenas si transformó al país, si modificó la realidad de millones de mexicanos y siempre estuvo comprometido por combatir la pobreza y desigualdad nacional, sin caer en el populismo.
Hoy existe un personaje que quiere emular a Cárdenas o a Juárez, quiere estar a ese nivel, quiere aparecer en los libros de Historia como el caudillo que encabezó una nueva transformación nacional.
No es malo aspirar, lo malo es que cuando no hay congruencia de lo que se dice a lo que se hace, cuando confrontas en lugar de conciliar cuando mientes y violas la Ley, tener ese histórico privilegio está muy pero muy lejano de alcanzar.
