El pasado sábado, en un acto más parecido a un mitin político que a un encuentro democrático, representativa de la sociedad michoacana, el Gobierno del Presidente Andrés Manuel López Obrador envió a Morelia a su secretario de Gobernación Adán López Hernández a arrojarle el segundo salvavidas al gobierno morenista de Alfredo Ramírez Bedolla.
En el mensaje, el encargado de la política interna del país ratificó el compromiso del Gobierno Mexicano de “acompañar” a Michoacán en el camino para restablecer la paz y la seguridad.
Anuncio que nuestra entidad, será el segundo estado que implemente un programa donde se requerirá a los motociclistas estar registrados y contar con chaleco y casco numerado para su circulación; lo anterior para contener los ataques que realizan los sicarios mediante el uso de motocicletas.
Anunció una serie de medidas de auxilio para la entidad, como la federalización de la nómina magisterial, el traslado de las oficinas nacionales del IMSS a Morelia además de anunciar que a partir del mes de Mayo, iniciarán acciones para recuperar los caminos y carreteras del estado.
En materia de seguridad, dijo que el Gobierno Federal va por la disminución de la extorsión y el homicidio doloso que son uno de los principales problemas que afecta a Michoacán.
Para la reunión, el gobierno michoacano convocó a líderes de la sociedad civil, así como a legisladores federales y estatales, presidentes municipales, representantes de autogobiernos y dirigentes de Partidos Políticos.
Sin embargo, no todos tuvieron oportunidad de expresar su posición; sólo los afortunados que piensan y comulgan con la política que aplica la cuarta transformación.
Bien por el Presidente Municipal de Morelia, Alfonso Martínez Alcazar por solicitar al gobierno de la República que apoyen a los municipios michoacanos para poder brindar seguridad a sus habitantes y señaló la necesidad de replantear la estrategia de seguridad que, obviamente, no está dando resultado.
Qué triste y preocupante también, que a lo largo de ese festival político, nunca se mencionara ni por error, la situación de emergencia que viven miles de michoacanos desplazados de sus hogares por la violencia o la inseguridad y que lo han perdido todo.
Tampoco se escuchó ningún compromiso por atender la violencia y zozobra que enfrentan cotidianamente los periodistas michoacanos al ejercer su profesión, mucho menos oír el compromiso gubernamental de esclarecer los homicidios contra los comunicadores.
La verdad, el apoyo ofrecido por López Obrador a Michoacán se queda corto, muy corto a las necesidades reales del Estado, lo que demuestra la falta de conocimiento de la problemática local y regional que se afronta, y es lógico, ellos lo ven desde una perspectiva centralista.
Resulta inconveniente que políticas públicas que se aplican en Michoacán, se diseñen en alguna oficina de la Ciudad de México, porque nos queda claro que en la entidad no se mueve un ápice sin previo visto bueno del inquilino de Palacio Nacional.
Pero no todo lo ocurrido en el mitin fue negativo, al menos sirvió para que la oposición, por fin despertara de su letargo y condenara la falta de resultado del gobierno de Ramírez Bedolla.
En las condiciones que está el país, el gobierno de la República no está para ayudar a nadie, más bien está para que le ayuden.
Por eso, sería bueno recordarle al gobierno de Ramírez Bedolla que replicar políticas, acciones, actitudes e incluso resentimientos ajenos sólo lo aíslan, lo alejan aún más, de obtener el reconocimiento, la credibilidad y apoyo popular de miles de michoacanos que creyeron en él y hoy se sienten totalmente defraudados.