El viraje que el Presidente López Obrador está dando a la posición de México ante la invasión rusa a Ucrania, que ha sido condenada por todo el mundo, puede resultar muy peligroso para México en dos frentes; por un lado podría involucrarnos en un conflicto bélico y por el otro en enfrascarnos en un conflicto más peligroso que la misma guerra ucraniana.
Se trata de una confrontación abierta contra Estados Unidos, nuestro vecino, socio y con quien compartimos historia y uno de los Tratado de Libre Comercio más grande del mundo. Habría que agregar que compartimos más de tres mil kilómetros de frontera y además viven más de 36 millones de mexicano en ese país.
El día de hoy, desde el púlpito presidencial, desde donde ataca, confronta, acusa sin ton ni son y en un arrebato típico de un hombre que ya no puede más, López Obrador fustigó a Estados Unidos por financiar a la oposición ucraniana que defiende a su país de la invasión rusa.
Les dijo que Estados Unidos no puede tener autoridad moral para hablar de libertad, democracia, independencia y soberanía, si sigue armando a grupos opositores a gobiernos legítimos.
El golpe fue letal, directamente a los principios que enarbola y sustentan el espíritu nacional estadunidense de su sistema capitalista y de su política internacional.
Independientemente que pudiera tener razón, la forma en que acusó a Washington es una calca del discurso rabioso del presidente venezolano Nicolás Maduro, cuando se refiere a nuestro vecino del norte.
Ya desde hace semanas López Obrador había estado criticando al gobierno del Presidente Joe Biden, primero por el envío de armas a los ucranianos, luego por aprobar en fast track apoyos millonarios a Ucrania mientras que en cuatro años, no han aceptado entregar recursos a los países de Centroamérica y el Caribe, para programas sociales, como si fuera su obligación.
La verdad es que el disgusto presidencial estriba en que en repetidas ocasiones, el gobierno de Washington ha criticado a AMLO por los asesinatos de periodistas y defensores de los Derechos Humanos, por su pretendida reforma energética y el excesivo control que tiene el Ejército Mexicano en la vida nacional.
La gota que derramo el vaso, fue la reciente declaración del exfiscal estadunidense quien aseguró que López Obrador ha perdido el control del país.
Biden ha enviado en las últimas semanas a varios de sus más altos funcionarios, para descifrar “qué diablos está pasando en México” donde los desacuerdos en materia energética, migración, seguridad y política internacional se han acentuado; todos los reportes que llegan a Biden coinciden en una sola frase: “México no está bien y al no estar bien, es una amenaza para la seguridad nacional de Estados Unidos”.
Al gobierno de Estados Unidos, no le gusta tampoco el alineamiento de López Obrador con el discurso soviético sobre la invasión rusa, menos el doble lenguaje utilizado sobre el problema, uno por los representantes de México ante el Consejo de Seguridad de la ONU, y otro el pronunciado por él.
La conformación de un grupo de amistad México-Rusia, promovido por la prole morenista en el Congreso, en supuesto apoyo a la política exterior de su líder, resultó totalmente inconveniente.
Washington no quiere, ni desea que México se una a los países que soportan la operación militar rusa en Ucrania, como Venezuela, Corea del Norte, Siria y Nicaragua, todos ellos con sistemas de gobierno antidemocráticos y autoritarios.
La bravuconada presidencial tuvo una rápida respuesta de la Casa Blanca a través del embajador Ken Salazar quien advirtió que México y Rusia no pueden ser cercanos y que eso “nunca puede pasar”, le recordó al Gobierno de AMLO que hay que estar en solidaridad con Ucrania y contra Rusia.
Una guerra de México contra Estados Unidos no sería bélica, les bastaría acabarnos con un solo misil, el comercial.