La estrategia del Presidente Andrés Manuel López Obrador de transformar consciencias para que el país cambie no suena mal a futuro, si lo vemos desde el punto de vista filosófico, pero en realidad resulta una pifia si supone que con ello resolverá los gravísimos problemas que enfrenta la nación en éstos precisos momentos.
La nueva estrategia para “mover consciencias” y promover la cuarta transformación que pregona, consiste en enfocar sus baterías en la educación pública.
El presidente adelantó que es necesario revisar los contenidos educativos, para “no andar formando” personas, profesionistas o ciudadanos “deshumanizados y egoístas”, dijo.
Desde el púlpito presidencial esta mañana, que los contenidos educativos fueron realizados conforme al plan del modelo neoliberal.
Destacó que la revisión de los mismos se realiza con apoyo de maestros así como con expertos e ideólogos de la cuarta, obviamente la opinión de los padres de familia no le interesa.
Hasta donde sabemos, el nuevo modelo educativo al que se refiere el mandatario, desconocerá los actuales libros de texto porque fomentan el modelo neoliberal, eliminará exámenes de evaluación internacional y alineará sus objetivos a los propósitos de la Cuarta Transformación.
Sobre el tema, la Secretaría de Educación Pública anunció que la nueva modalidad será libertaria, humanista, que termine con el racismo y con las pruebas estandarizadas que segregan a la sociedad.
Como no han especificado cómo se integrarán esos conceptos a la educación pública nacional, podría pensarse que se trata más bien de pura retórica de la que el Presidente es especialista.
No obstante, la nueva ocurrencia del tabasqueño prendió las alarmas entre las asociaciones de Padres de Familia y de los académicos conocedores del tema: pedagogos, antropólogos, sociólogos y todos los involucrados en el diseño curricular y de contenidos, quienes afirman que “en éste modelo hay más ideología que pedagogía”.
Los especialistas cuestionaron que el proyecto educativo gubernamental no enfrente la situación de emergencia derivada de la pandemia, que provocó la caída de la matrícula escolar, la deserción y el rezago entre los estudiantes.
Afirman que la prioridad del sector educativo en estos momentos es rescatar a los casi tres millones de estudiantes que abandonaron sus estudios por esta razón.
Al parecer, para López Obrador no es importante que los niños y jóvenes mexicanos reciban una educación de calidad, que los haga mejores ciudadanos, por consiguiente formadores de una mejor sociedad y un mejor país.
Tal parece que a él sólo le interesa eliminar hasta de los libros de texto al pasado, culpable de su actual fracaso gubernamental que requiere de prefabricar conflictos para no atender de frente, de cara a la nación la realidad que enfrenta México.
Ante una propuesta confusa y sin una guía de rumbo educativo dicen los especialistas, la SEP deberá aclara cual será el nuevo rol de los maestros y cómo saldremos de la mediocridad educativa que ubica a México en los últimos lugares en aprovechamiento, en ciencias, lectura y matemáticas, según reportes de la OCDE, rezagos que por cierto, no se ha atendido abatido en los últimos tres años.
