EJERCE NUESTRA SOBERANÍA
Prácticamente, al parecer según el actual presidente mexicano, la diplomacia, la soberanía, la teoría general del estado y el derecho internacional público, se ejercen en sus mejores conceptos, con un “¡uy!, qué miedo, miren como estoy temblando”, pero al ritmo de Chico Che.
Ésa es una burla fanfarrona y convulsiva, en cualquier foro mundial respetable.
Eso se lo hicieron comprender al presidente Amlo, quien, ahora, su patológica reacción primeriza la está matizando a través de una contradicción que genera un callejón sin salida.
Con cierta tardanza asevera el presidente: “Aun tratándose del mercado más importante del mundo. Si tener acceso a ese mercado nos implica ceder soberanía, no lo aceptamos… Voy a escribirle una carta al presidente Biden para explicarle a detalle… Pero no va a haber ruptura, eso sí se los adelanto; porque el tratado le conviene a México, y le conviene a los EU”.
Cuando firmó el mandatario mexicano ese T-MEC, y lo aprobó el senado de nuestro país, tanto el ejecutivo como esa parte del legislativo estaban ejerciendo la soberanía nacional, y separaron los hidrocarburos en un exclusivo capítulo, de todos los demás energéticos.
Si hoy se dice engañado nuestro presidente, con esto revela claramente su ineptitud. No estuvo preparado para comprender los alcances jurídicos de un tratado de libre comercio. Ni tiene preparación para entender qué es la soberanía.
Eso, es lamentablemente para México.
Jean Bodino (1533-1596), francés educado en la orden de los carmelitas, y desarrollándose como filósofo, jurista y político, escribió ‘Los seis libros de la república’.
En ese texto parte de la base del “poder”, tanto de cada familia como en las pequeñas comunidades de aquel entonces. Y llega a precisar lo que es el “poder” que se encuentra por encima de todos los demás podres, el “Súper Omnia”.
Esa “soberanía” que posee el pueblo cuando se trata de una democracia.
Esa “soberanía” que poseen los nobles, pequeña parte del pueblo, cuando se trata de una aristocracia.
Esa “soberanía” que posee un solo hombre cuando se trata de una monarquía.
Esa “soberanía” constituye las tres formas del estado a plenitud, asevera Bodino, personaje que tenía un pie en el final de la Edad Media, y el otro pie en el inicio del renacimiento.
Claro está que de la soberanía de ese tiempo, al año 2022, ha tenido un desarrollo, pero sus raíces y su tronco siguen prevaleciendo, aunque muchas veces en combinaciones promiscuas.
Si con toda seriedad científica analizamos al México actual respecto a su “soberanía”, la veremos relativa con relación a otras “soberanías” más poderosas, o con otras más débiles.
Hemos tenido presidentes de carácter, inteligencia y patriotismo de verdad, que han ejercido una soberanía más fuerte y más amplia, tanto en el exterior como en el interior del país.
Sin embargo, en la actual administración, en donde un solo hombre determina las cosas de importancia, debilitando a todo lo que le rodea, instituciones y personas, tenemos una monarquía, disfrazada de república presidencial, perdida y enredada en su propia telaraña.
Algún día, superada esta mala administración, con la distancia y el sosiego, estudiaremos con mayor objetividad: ¿por qué nos pasó esto?