En la historia reciente de nuestro país abundan los actos oscuros en los que ha estado presente la represión y el autoritarismo gubernamental, en la inmensa mayoría ha prevalecido la impunidad mientras que la justicia ha brillado por su ausencia.
En los últimos días la detención del ex procurador general de la república Jesús Murillo Karam ha llamado la atención, el impacto mediático ha sido evidente por el personaje del que se trata y que apunta al caso de la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, un caso que no ha logrado despejar dudas.
A la autoridad jurisdiccional del caso le corresponde resolver el asunto legal de acuerdo con nuestro marco jurídico, son muchas las preguntas en esta caso, habrá qué esperar porque se habrán de realizar las actuaciones necesarias. La demanda de justicia es vigente en este y muchos casos más.
Hubo con anterioridad otros asuntos sombríos en tiempos en que en nuestro país no había alternancia porque se vivía en gobiernos imperiales en donde un solo hombre gobernaba con excesos porque la división de poderes estaba en el papel pero no en la práctica. Los mandatarios de otros tiempos ejercían su cargo con atribuciones metaconstitucionales. Se trataba de una monarquía con ropaje republicano, simulación.
En la memoria tenemos la masacre del 2 de octubre de 1968, también la de 1971, en ambos actos perpetrados desde el poder imperó la impunidad.
Otros asuntos se han registrado como el asesinato de Luis Donaldo Colosio aquel 23 de marzo de 1994, hay un condenado confeso que es Mario Aburto, aunque amplios sectores de la sociedad no creen que se trate de un asesino solitario sino que hubo una conspiración, se han dicho tantas cosas al respecto que prevalece la duda, más allá de la verdad legal.
Persiste la desconfianza en las autoridades que se encargan de la procuración y administración de la justicia, son muchos los agravios y es tanta la impunidad que ha prevalecido que resulta lógica la incredulidad.
En la actual administración federal el gran problema ha sido la inseguridad, el ecosistema social se ha tornado tóxico, la impunidad prevalece y el bien común en ocasiones parece una evidente utopía.
Este año ha sido letal, por ejemplo, en materia de la libertad de expresión porque ya son quince los comunicadores que han sido asesinados durante el presente año, el lunes 22 de agosto fue ejecutado Fredy Román.
La barbarie está desatada, hablamos de actos consumados no de especulaciones, tenemos una realidad complicada que aflora en la vida cotidiana, a ello habría que agregar los estragos que ha provocado la pandemia motivada por el coronavirus, entonces los problemas se multiplican e impiden ver la luz.
Para algunos políticos y políticas lo importante es cómo se posicionan en las encuestas, el futurismo les estresa, les predispone, aunque los problemas reales y latentes exigen la atención seria como oportuna de las dificultades de diversa índole para las y los aspirantes a cargos de elección popular eso es secundario.
La pregunta para la clase política es dónde queda la ética de la responsabilidad.