Y AMLO FELIZ, FELIZ
Al cuarto año de su mandato, con el total control político del país y con la vía libre para restaurar el maximato en México, el presidente Andrés Manuel López Obrador está feliz, feliz. Todos sus deseos se ven cumplidos, a la buena o a la mala pero siempre se sale con la suya.
Para lograr sus objetivos, no importa mancillar la ley, mentir o utilizar toda la fuerza del Estado contra sus opositores y críticos. Además con los otros dos poderes acotados servilmente y el desvanecimiento de la alianza opositora PRI, PAN y PRD, ya no existe contrapeso visible que detenga el autoritarismo que se gesta en México.
Ahora con su nuevo aliado “Alito” y sus huestes priistas, enfocará todo su poder por desmantelar al Instituto Nacional Electoral y conformar uno a modo para conservar, no solo a la cuarta transformación en el poder, sino consolidar su perpetuidad histórica que lo tiene obsesionado.
Teniendo de su lado a las Fuerzas Armadas, a la mayoría de los gobernadores del país y posiblemente a grupos de la delincuencia organizada, ahora nada lo detiene. El perdón al “Jefe de Jefes” Miguel Ángel Félix Gallardo, condenado a 39 años de cárcel por narcotráfico y que ahora obtuvo el beneficio de la prisión domiciliaria, manda un mensaje muy negativo sobre su verdadera intención de castigar a los delincuentes.
Su delirio transformador ha llegado al grado de pedir reformar la Organización de las Naciones Unidas y la Organización de los Estados Americanos, instituciones que han recomendado en repetidas ocasiones al Ejecutivo, atender las violaciones a los derechos humanos de periodistas, activistas y opositores al gobierno. Como buen intolerante, característica de una personalidad autoritaria, también pide que desaparezcan.
Solo dos obstáculos se vislumbran en el horizonte de López Obrador para que alcance sus cometidos, uno de ellos es que la inflación siga a la alza afectando a toda la población, especialmente a los más pobres quienes ven cada día inalcanzable mejorar su dramática situación que les prometieron atender prioritariamente.
La otra y determinante, la presión que ejerza el gobierno de Estados Unidos contra la política energética, ambiental, comercial, migración, seguridad y tráfico de drogas del presidente, porque ahí sí lo vuelven a doblar y sin chistar… sino habría que preguntarle a Donald Trump.