Hace ya algunos años se ha dicho que las ideologías entraron en un evidente declive, se ha desdibujado la identidad de los partidos políticos para dar paso al pragmatismo que parece absorber doctrinas y pone en perspectiva el inmediatismo para figurar en los lances electorales, nuestro país es un ejemplo obvio, alianzas contradictorias pero vigentes.
La geometría política se originó en la Revolución Francesa, en aquellos tiempos fueron motivos muy definidos, fundamentalmente en apoyo o en contra de la monarquía como ensayo del estado moderno que ya proponía la división de poderes como asignatura derivada del siglo de las luces.
Actualmente parece que la geometría política es un cliché, un enorme lugar común que carece de contenido, los partidos políticos resultan onerosos en un país donde abunda la pobreza y se mantiene la polarización generando un tóxico ecosistema social.
El domingo anterior en Brasil se levantó con el triunfo en la primera ronda el histórico Lula da Silva figura icónica del Partido de los Trabajadores contra el populismo de la derecha que representa el presidente Jair Bolsonaro del Partido Liberal. El 30 de octubre de efectuará la segunda vuelta, probablemente gane Lula, su contendiente no destaca precisamente por el talento político.
La política no es una ciencia exacta, todo puede suceder, Lula fue un exitoso presidente aunque posteriormente enfrentó problemas legales que le llevarían a prisión, regresó con fuerza y superó por un margen de poco más de seis millones de votos a Bolsonaro.
No existen tantos referentes de izquierda inspiradores en América, ni Daniel Ortega tampoco Nicolás Madura son precisamente ejemplares, en Nicaragua la persecución contra la disidencia ha marcado una administración que no empata con la democracia ni los valores que esta representa.
En nuestro país diversos partidos se autoproclaman de izquierdas aunque no precisan cómo, se alían con la derecha como sucede con lo que aún queda del Partido de la Revolución Democrática que no termina de vivir su ocaso como lo reflejan las votaciones que ha obtenido en los últimos procesos electorales.
La alianza PAN, PRI y PRD parece naufragar tras las actitudes y decisiones erráticas del dirigente nacional del Revolucionario Institucional, la vetusta disciplina del tricolor parece extinguida porque la rebelión de muchos de sus cuadros representativos es evidente.
El PAN de la actualidad nada tiene ya del discurso de sus ideólogos más destacados como Manuel Gómez Morín, Efraín González Luna o Carlos Castillo Peraza. Había dicho Daniel Cosío Villegas que cuando el PAN fundado en 1939 ganara el poder perdería al partido, profecía cumplida.
Morena tiene su principal soporte en la figura del mandatario Andrés Manuel López Obrador, su institucionalidad luce precaria y podría dividirse ante el deseo de algunos de sus cuadros más emblemáticos que buscan la candidatura presidencial. Las ideologías parecen desdibujadas ante el inmediatismo pragmático que pretende ganar como sea.
Derechas e izquierdas navegan sin mayor contenido, se alían y se rechazan a la vez, el discurso no es claro en la torre de Babel que en ocasiones es nuestro país. La búsqueda por el poder parece absorber todo.