EL MENTIROSO DE PALACIO
Cuando alguien es poderoso, la gente a su derredor suele cultivarlo.
“Señor, amaneció hoy usted con la piel muy tersa”, solía decirle como cumplido su secretario particular a un gobernador michoacano cacarizo.
A un presidente de México de lengua ranchera arrebatada e inculta, su auxiliar, quien le preparaba discursos de ocasión, lo alababa: “¡Qué buena intervención oratoria ha tenido el día de hoy!”
Algo similar le sigue aconteciendo al actual presidente de la república, quien desde sus primeros años de gobierno ha soñado con el Premio Nobel de la Paz.
Recuérdese que, a tras mano y en secreto, el ejecutivo federal ordenó se le propusiera para recipiendario de ese ameritado premio. La diputada morenista Carmen Patricia Armendáriz Guerra fue la encargada de postularlo, y los ciegos de la 4T aplaudieron la ocurrencia con el bobo estribillo oficial que rima “honor” con “Obrador”.
Parecida táctica echó a andar el presidente en este año 2022, pero ahora él mismo se involucró personalmente.
Antes de que se decidiera por parte del Comité Nobel Noruego (auxiliado por su instituto) quién o quiénes recibirían ese galardón, el presidente López se mostró visiblemente indignado en una de sus mañaneras con el Parlamento de la Unión Europea, porque propuso al presidente de Ucrania Volodímir Zelenski y al pueblo ucraniano.
Y nuestro presidente (con tono ridículo de aspirante enojado) externó: “¿Cómo uno de los actores en guerra va a recibir el Nobel de la Paz?, ¿qué no hay otros que luchamos por la paz? Debe haber muchos más. Pero esos organismos están cooptados por el conservadurismo mundial”.
Sólo le faltó al presidente mexicano, con su lengua viperina, exigir a esos organismos noruegos: “Voto por voto, casilla por casilla”, para exhibir plenamente tres de sus pecados capitales: soberbia, ira y egoísmo.
Yerros que lo conducen a ser un emisor constante de mentiras, en detrimento de los mexicanos, y en daño a sí mismo.
Tenemos un presidente que en excesiva se estima, con arrogancia marrullera. Según él, es el único presidente honrado, que no miente y no traiciona. Se califica a sí mismo como poseedor de virtudes, y amado por todos los pueblos de la Tierra. De todos los jefes de Estado del mundo, él supone que ocupa el segundo lugar en excelencia, y que pronto ocupará el primero. Todo lo malo que vivimos los mexicanos, en su mandato, López asegura no tener ninguna culpa. Los culpables, según él, son sus cinco antecesores inmediatos; ellos son los malos, mientras él es el bueno.
Su ira es un sentimiento inmenso de desagrado, de odio y de rechazo, para los que no lo sigan ciegamente, situación que lo conduce a una agitación nerviosa que, tratando de encubrirla, le afecta a su salud personal, poniendo en riesgo la estabilidad de la nación, al fracturar la unidad de los mexicanos.
El egoísmo presidencial lo lleva a un egocentrismo desmedido. Todo lo determina él en México, al ordenar que no haya nada que no gire en torno a Andrés Manuel.
Ese autoritarismo nos dirige a la dictadura; y el presidente se está ahogando en sus propias y constantes mentiras.
Comparten el Premio Nobel de la Paz 2022: una persona física, el bielorruso encarcelado, Ales Bialiatski; y, dos personas morales, Grupo Ruso Memorial y el Centro Ucraniano por las Libertades Civiles. Ésta ha sido una decisión sensata, pero al presidente mexicano le duele mucho.
Parafraseo un verso del poeta español Antonio Machado (1875-1939): presidente, miente usted más de la cuenta, y hasta su verdad la inventa.
El mentiroso de palacio, nos sigue avergonzando.