Para el que no tiene nada, la política es una tentación comprensible, porque es una manera de vivir con bastante facilidad.
Miguel Delibes (1920-2010) Escritor español
No es claramente la necesaria, pero sí la posible, la que la realidad permite; me refiero a la reforma que se vislumbra al régimen de jubilaciones y pensiones de la Universidad Michoacana.
La rectoría que encabeza Medardo Serna González ha concluido los foros que ideó entre los diferentes sectores nicolaitas para escuchar una multiplicidad de propuestas respecto del perfil del nuevo régimen de jubilaciones y pensiones, considerando que éste es, si no el único, sí el más importante de los factores que explican la quiebra financiera de la institución.
Así, Serna tiene ya lista la propuesta de reforma para enviarla al Congreso del Estado, pero ha decidido darle un manejo de conveniencia política para reducir críticas de los grupos que se oponen a la reforma -particularmente los dos sindicatos-, y para ello anuncia que la socializará, que la difundirá en la comunidad universitaria para que nadie aduzca desconocerla y aún le pueda aportar propuestas de última hora; parece innecesario este paso, pero se explica en aras de reducir señalamientos.
Medularmente, la propuesta que irá al Congreso contempla que en adelante los empleados y profesores aporten entre el 2 y el 12 por ciento de su salario para conformar el Fondo de Pensiones; ampliar de 25 a 35 años la vida laboral; fijar el monto de la jubilación con un promedio salarial de los últimos cinco años y no sólo del último como hasta ahora, y contener al mínimo que marque la ley laboral los beneficios contractuales para los trabajadores.
Los cambios se aplicarán solo para los empleados y profesores que ingresen luego de aprobada la reforma, es decir, no se tocarán los beneficios de los actuales trabajadores.
Por eso digo que se trata de la reforma posible, no la necesaria: posible, porque es lo que alcanza dada la feroz oposición del sindicato de empleados y de su dueño, el depredador número uno de la Universidad, Eduardo Tena; la reforma necesaria debería considerar que los cambios apliquen a toda la planta laboral actual, para que realmente incida en una mejora de las finanzas nicolaitas, porque mantener las abusivas y leoninas bondades vigentes es reducir notablemente los beneficios de la reforma.
Pero aún queda el filtro del Congreso, donde igual puede mejorar que empeorar la propuesta que surge de la Universidad; los diputados tienen esa facultad, pero me temo que no tendrán los pantalones para ir por una reforma más osada, y que si acaso mantendrán la propuesta que les llegue.
Lo que sí puede ocurrir es, en todo caso, que los diputados cedan a la presión de los sindicatos universitarios y «ablanden» la reforma, antes que profundizarla.
Visto así, mejor que no le muevan cuando les llegue el documento, que si no es el óptimo o el deseable, es al menos el posible. Veremos.
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