La carrera por la sucesión con la mira puesta en el 2024 está a la vista, las y los aspirantes de diversa formación y pertenencia política están en un clima febril para posicionarse y alcanzar la candidatura, se hacen las apuestas y cálculos y lo cierto es que la incertidumbre aparece.
Morena parte como el partido favorito para repetir dentro de dos años en la primera magistratura de la nación, cuenta con un estandarte evidente, el presidente Andrés Manuel López Obrador que mantiene altos índices de popularidad y le puede alcanzar para garantizar la continuidad de la 4T.
La oposición dibuja una coalición que logre sumar cuadros, referentes y siglas así como organizaciones ciudadanas en apariencia no registradas en algún partido determinado, podemos decir que es natural aunque sus fortalezas aún no tienen alcances cuantiosos, ni se vislumbra quien a ciencia cierta podrá ser el abanderado o abanderada con una fortaleza competitiva.
El nivel de discusión de la agenda pública continúa estancado, más que reflexiones de fondo todo queda encapsulado en las formas nada reposadas que tienen una alta dosis de frivolidad y resultan inconexas con nuestra realidad.
Algunos temas debieran ser abordados por los exponentes de la política porque resultan una prioridad, principalmente el de la seguridad pública, el combate al crimen organizado que avanza peligrosamente por todos los rumbos y va dejando un ambiente de terror ante los altos índices de impunidad.
Pueblos que mutaron en fantasmas, narrativa cotidiana que resulta estrujante y en muchos casos desesperanzadora, no hay límites a la delincuencia, la carencia de políticas públicas al respecto resulta evidente.
La generación de empleos y no solo el asistencialismo es una necesidad, un reclamo en un país al que la pandemia de Covid 19 le ha cobrado una alta factura no solo en cuanto a la pérdida de muchas vidas, sino en el asunto de la economía, quiebra de pequeñas y medianas empresas.
El asunto de la ecología, la migración y otros temas resulta impostergable su tratamiento y en dichos tópicos no se escuchan las propuestas, pareciera no caben en los discursos de las y los aspirantes a la presidencia de la república, no debe ser que la politiquería sea la constante en un país marcado por los contrastes.
Aún falta un trecho para definir al interior de las formaciones partidarias quiénes habrán de ser electos para buscar la presidencia de México, en Morena las cosas no han sido tersas, recientemente estuvo en Michoacán el senador Ricardo Monreal Ávila en el informe legislativo de Cristóbal Arias Solís su compañero de bancada, ahí en el Centro de Convenciones de Michoacán el ex gobernador de Zacatecas dijo que no se confrontaría con el presidente Andrés Manuel López Obrador, aunque se especula que habría en el futuro cercano alguna ruptura en el partido guinda.
El Partido Revolucionario Institucional también registra grietas porque muchos cuadros representativos no aceptan a su dirigente nacional Alejandro Moreno. El Partido Acción nacional extraña sobremanera a quienes fueran sus ideólogos en diferentes momentos, por ejemplo su fundador Manuel Gómez Morín, Efraín González Luna y en los últimos tiempos Carlos Castillo Peraza.
El Partido de la Revolución Democrática apenas sobrevive. En fin los partidos y sus crisis evidentes.