PARA AMLO NADIE ES INDISPENSABLE
La condición humana de aferrarse al poder cuando se tiene y querer aún más, es notoriamente visible en las “corcholatas presidenciales” que, pese a las constantes violaciones a la legislación electoral, dan rienda suelta a sus deseos de ser el próximo candidato de Morena a la Presidencia de la República a cualquier costo, no importa si en el intento hay que pisotear a los compañeros de partido.
Y es que los suspirantes morenistas han violado las disposiciones electorales en 18 ocasiones, de acuerdo con el registro de Catálogos de Sujetos Sancionados de la Sala Especializada del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, y no han sido sancionados.
Las faltas en que incurrieron van desde asistir a eventos con gobernadores en periodo electoral que han derivado en vulneración de la equidad en la contienda, promoción del presidente y violencia institucional, hasta difusión de propaganda en el periodo de revocación de mandato.
Claudia Sheinbaum, Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, y la candidata del presidente López Obrador, tiene 15 quejas entre las que destacan: promoción personalizada, difusión de propaganda en periodo prohibido y vulnerar principios de imparcialidad y neutralidad.
Por su parte el canciller Marcelo Ebrad, el candidato de Estados Unidos, suma dos por vulnerar principios de imparcialidad y de promoción, y uso indebido de recursos públicos. Aunque parezca mentira, Adán Augusto López, secretario de Gobernación, no cuenta con ninguna por ahora.
No obstante, el Tribunal Electoral puede y debe responsabilizar a los servidores públicos por violar la ley electoral y, conforme a los criterios actuales, podría negarles el registro como aspirantes presidenciales.
Lo anterior, ha prendido las alarmas en Palacio Nacional donde ya se maneja la posibilidad de que ni Sheinbaum ni Ebrad, sea el elegido al prohibir la autoridad electoral a los dos, su registro a la candidatura de su partido.
Es por eso que López Obrador quería desaparecer al INE y posicionar a sus incondicionales en el Tribunal Electoral, pues consciente de su proclividad a violar la ley, sabía de los riesgos que correrían.
Tal vez por ello, hoy el Presidente dio un fuerte respaldo al secretario de Gobernación, Adán Agusto, su brother como dijo, casi casi dijo que era su gallo, para que la militancia lo considere pese a que su popularidad no alcanza ni la mitad de Claudia o Marcelo.
Lo anterior, aunado a los problemas que se están presentando por descuidar sus funciones como servidores públicos, como es el caso de la Jefa de Gobierno capitalino que a raíz de los acontecimientos ocurridos en el Sistema Colectivo de Transporte Metro de la Ciudad de México, ha perdido cinco puntos en las preferencias de enero, según encuestas. Su caída ha sido tal, que sólo entre los morenistas se estima que ha perdido ocho puntos.
Otra señal de que las cosas posiblemente no van bien para estas dos corcholatas ambiciosas, es el nuevo juego que el propio López Obrador le está dando al senador Ricardo Monreal, quien ante la indiferencia presidencial, ya había comenzado a enfilar su salida de Morena y buscar la candidatura presidencial por otro organismo político o por la misma alianza opositora.
El malévolo juego presidencial con las corcholatas, demuestra que para López Obrador políticamente todos son utilizables y nadie es indispensable, solo él.