NO ENTREGA EL PODER A ESPURIOS
El actual presidente mexicano cada día se enreda más, y en el ejercicio del poder se encuentra totalmente desorientado.
¿Cómo defiende a su “plagiaria” favorita, Yasmín Esquivel?
Para ello argumenta Andrés Manuel: “Lo de la ministra Esquivel lo han inflado. El gran plagio fue en el 2006 en la elección presidencial de ese año, en donde el panista Felipe Calderón me plagió la presidencia. Y de eso, no se quejó nadie; más que nosotros; o sea, los periodistas, no, y los intelectuales tampoco ni los del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, menos”.
El revoltijo y la perturbación, formal, se manifiestan en el presidente López por no saber el significado ni el alcance del sustantivo “plagio”, y del verbo “plagiar”.
Plagio significa la acción o el efecto de plagiar; y como un americanismo se puede equiparar al delito de secuestro.
Plagiar simboliza la acción de copiar o imitar voluntaria y fraudulentamente algo ajeno, como una obra académica, literaria, científica o artística, afectando los derechos de un autor; o también equivale a secuestrar, y, en este caso, la tipificación se establece en los códigos penales respectivos.
Así que, no hubo gran plagio en el 2006, en la elección respectiva.
Ni puede ser el plagiado López ni puede ser el plagiador Calderón, en vínculo a la presidencia de la república. Esto en lo formal, lógico lingüístico, pues el objeto del plagio no es posible que sea la presidencia de la república.
En el fondo del caso, en lo jurídico, la elección presidencial estuvo reñida, y sólo por 233 mil, 831 votos ganó Calderón, para bien o para mal.
Pero, regresando a la defensa obradorata a Yasmín Esquivel sobre dos plagios de tesis, la de licenciatura en derecho y la del doctorado en derecho, ha sido pésima por parte del presidente López, el supremo jefe de los plagiarios.
Yasmín es indefendible como ministra, y hasta como abogada.
Exclusivamente la sostiene (a Esquivel en la Corte) el cinismo del politiquero y defraudador de palacio, quien está elucubrando dar un golpe de estado.
Desaparecer a los 11 ministros de la Honorable Suprema Corte de Justicia de la Nación, para imponer ahí a simples corifeos del cártel gubernativo en el poder, eficaces cómplices de la actual mafia oficial.
Nulificar las elecciones presidenciales del 2024, a como dé lugar.
No en vano subrayé, hace más de 15 días, lo declarado con tanta enjundia por el presidente López recientemente: “No quiero entregar el poder a un gobierno espurio”.
¿Qué sugiere el presidente mexicano con esa aseveración tan clara? Te lo digo a ti Perú, para que lo entiendas México.
Ese chivo en cristalería que se apellida López, destruye a su paso todo lo que encuentra, tanto nacional como internacionalmente.
La presidente del Perú, Dina Boluarte, tuvo que ponerle un alto al todavía presidente de México, por infringir soezmente nuestros propios principios de no intervención y auto determinación de los pueblos.
Lo que el presidente Biden de los EU no ha podido hacer del todo, con su sensatez, esfuerzo y experiencia, lo ha logrado quien ejerce como presidente en México: Unir a los senadores y diputados del Congreso estadunidense, a republicanos y demócratas de aquel país, al igual que a la ONU y a muchos países de este organismo, en contra de que Amlo se apodere de los organismo electorales con su plan B.
Todo lo que sube, baja. Andrés Manuel, quien plagia refranes y frases a más no poder, está de bajada.
¿Qué le espera?, su rancho, de cuyo nombre no quiero acordarme, y de ahí, a una Corte de EU, para vergüenza de México.