Todo hombre tiene su precio; falta saber cuál es.
Joseph Fouché (1759-1820) Político francés
Si nos atenemos a la versión oficial difundida por el canciller Marcelo Ebrard, en la encerrona de tres horas de este jueves en Palacio Nacional entre el gabinete de seguridad mexicano, encabezado por Andrés Manuel López Obrador, y un grupo de funcionarios de seguridad de Estados Unidos, al frente del cual se encontraba la asesora en ese rubro del presidente Joe Biden, Liz Sherwood-Randall, fue el anfitrión el que salió con la mano en alto y de manera aplastante.
El encuentro se dio tras el secuestro de cuatro ciudadanos norteamericanos, dos de los cuales fueron asesinados, el fin de semana anterior en Matamoros, lo que ha recrudecido las exigencias de republicanos para aprobar una iniciativa que facilite a su gobierno a enviar tropas a México a combatir a los cárteles del narcotráfico que están inundando su país de fentanilo, cuyo consumo manda a la muerte a unos cien mil estadounidenses casa año.
Al final del encuentro, Ebrard afirmó que se logró un acuerdo “histórico” para que ambos gobiernos implementen una estrategia “sin precedentes” para informar a los jóvenes de ambos países sobre los efectos mortales del consumo del fentanilo.
Supongo que por primera ocasión en mucho tiempo, los líderes de los cárteles mexicanos pudieron estar este jueves algo preocupados, ante la posibilidad de que, aunque fuera obligado por su contraparte norteamericana, el gobierno de López Obrador por fin tuviera que confrontarlos. Ya ni hablar de que los marines vinieran a hacerlo. Es a lo único que temen los narcos mexicanos.
Pero al escuchar a Ebrard en qué consistió el acuerdo “histórico”, los jefes de la criminalidad debieron irse de espaldas por las carcajadas que seguro les generó el alcance de lo acordado. Nada de ir con todo por los cárteles, nada de soldados persiguiéndolos, nada de ponerlos contra la pared. Nada. Todo se reducirá a una campaña, eso sí, “intensísima”, de información y concientización entre las juventudes mexicana y estadounidense, respecto del peligro que significa el consumo del fentanilo. Como si a los cárteles les preocupara esa campaña y como si esos jóvenes no estuvieran al tanto de esa droga y sus consecuencias.
Si lo dicho por Ebrard es cierto, entonces claramente el que se salió con la suya en ese encuentro del “más alto nivel”, fue López Obrador, que nunca ha ocultado su “respeto” por los criminales y su sospechosa negativa a confrontarlos. Las ligas 4T-cárteles no se romperán porque el presidente habría logrado convencer al gobierno de Estados Unidos de que su criminal política de los abrazos y no balazos es efectiva, y que con una buena campaña de información basta y sobra para poner un alto a los delincuentes. El chiste se cuenta solo.
Queda, claro, la posibilidad de que en realidad lo informado por Ebrard sea sólo parcialmente cierto, y que López Obrador haya sido obligado por EU a poner punto final a su mano suave hacia los cárteles y, obviamente contra su voluntad, a ir por ellos.
Queda la esperanza de que Ebrard haya ocultado el verdadero compromiso asumido por López Obrador en esa reunión, y que en breve estemos viendo, ahora sí, al gobierno confrontar a los cárteles. Es de esperarse que así sea, aunque al menos oficialmente, la reunión concluyó con ese compromiso estúpido y engaña bobos. Solo el tiempo dirá.
Y a la pesadilla ya solo le quedan 571 días. twitter@jaimelopezmtz>