La política es la conducción de los asuntos públicos, para el provecho de los particulares.
Ambrose Bierce (1842-1914) Periodista norteamericano
En el marco del ataque del crimen organizado a tres antros de lujo, el sábado anterior, la Policía Estatal ha visto la oportunidad de redoblar la presión y aún el chantaje mediático al alcalde Alfonso Martínez, a fin de que ceda en la entrega de su Policía Municipal al mando estatal, es decir, a la Secretaría de Seguridad Pública, o a la Guardia Civil Estatal como se le conoce ahora.
El gabinete de seguridad estatal ha visto que es la oportunidad de ir por la joya de la corona; ya tiene a las policías de unos cincuenta municipios, pero evidentemente su mayor anhelo es contar con la moreliana. ¿Para qué? Obvio, para manejar su amplio presupuesto, personal y armamento con entera discrecionalidad.
Me parece que el alcalde capitalino no debe ceder. Si bien el ataque a los antros de Altozano fue de alto impacto y despeja cualquier duda respecto a la presencia omnipotente del crimen organizado en la capital, entregar la Policía moreliana al Estado no va a solucionar nada.
El mando unificado conlleva más simbolismo que efectividad, más carga política y mediática que eficacia. Es una falacia que en los municipios donde opera, la criminalidad y la incidencia delictiva hayan descendido. Es evidente que a los alcaldes de los municipios pequeños, cuyos cuerpos policiacos son manejados por los cárteles locales, sí les conviene que el Estado los absorba. No incide en nada en cuanto a reducir los niveles de inseguridad, pero al menos los alcaldes se quitan un peso de encima. No es el caso de Morelia, sin duda.
Que Martínez Alcázar entregara a sus policías a la Guardia Civil, no abonaría en nada para mejorar la seguridad, más allá de lo que demagógicamente señale este martes César Erwin Sánchez Coria, secretario ejecutivo del Sistema Estatal de Seguridad Pública. Él sabe que esa “coordinación estatal” no produce ningún resultado, pero se sube a la ola aprovechando lo “caliente” que quedó el escenario luego de este sábado. La Guardia Civil no genera ningún resultado, y con o sin la incorporación de la Policía moreliana, no hay razones para suponer que variará de esa ruta.
No es de darle muchas vueltas tampoco: contra el crimen organizado ni el Municipio ni el Estado tienen con qué hacer frente, aunque quieran. El único que podría sería el gobierno federal, aunque ya se sabe que con él no se cuenta.
Ello nos conduce inevitablemente a una conclusión ruda, pero real: si el gobierno de la República sigue abrazando delincuentes, en lugar de combatirlos, da exactamente igual que Morelia se integre o no a la coordinación estatal. Allá, en la Federación, es donde hay que exigir que se pongan las pilas. Si eso no sucede, lo demás pasa a segundo término.
Y a la pesadilla ya solo le faltan 566 días.
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