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martes, noviembre 26, 2024

CIENCIA VERSUS SUPERCHERÍA

La política es una guerra sin efusión de sangre y la guerra una política con efusión de sangre

Mao Tse Tung (1893-1973) Político chino

 

jaimelopezBasado en que Estados Unidos ya decretó la terminación de las medidas preventivas vinculadas a la pandemia del Covid 19, el presidente López Obrador anunció este martes que es prácticamente un hecho que su gobierno haga lo propio en México.

Es cierto, la administración Biden ha tomado esa determinación, y en estricto sentido podría pensarse que no habría razón para que México no hiciera lo propio. Empero, hay una pequeña diferencia: allá la población está vacunada con el mejor inmunológico; aquí, con una vacuna patito.

En Estados Unidos cualquier ciudadano, incluso extranjero, puede recibir la vacuna bivalente Pfizer, que protege contra toda clase de variantes del Covid. En México lo pudimos hacer hasta diciembre del año anterior, pero a partir de ese momento sólo podemos recibir una vacuna literalmente obsoleta, la Abdala de origen cubano, que sólo protege contra la cepa original del virus, no contra ninguna variante, y resulta que ya en este momento está comprobado que ha dejado de circular aquella, la cepa original, y la que campea hoy es la variante Ómicron, para la cual Abdala es inservible. Aplicarse la vacuna cubana es prácticamente lo mismo que inyectarse agua.

Y el presidente López Obrador decidió prohibir la compra de Pfizer y solo hacerlo con Abdala, pese a que la Organización Mundial de la Salud no la ha avalado. La medida claramente fue tomada por razones ideológicas, no científicas, algo que no es raro en el tabasqueño, un verdadero ignorante.

Como hasta hace apenas cuatro meses aún podía aplicarse Pfizer en México, la mayor parte de la población cuenta aún con la reserva de inmunidad para soportar por un tiempo la falta de un refuerzo, pero ese tiempo se agotará en el lapso de unos seis meses, a decir de los científicos, porque en lugar de un refuerzo inmunológico eficaz, estaremos recibiendo agua. Los resultados de esa criminal política de López Obrador comenzarán a notarse antes del fin de año, auguran los expertos.

Así pues, para nada hay similitud en la realidad de la pandemia de ambos países. En Estados Unidos hay un gobierno que ve por su gente y que toma sus decisiones con base en la ciencia. Acá tenemos uno cuya base es la superchería y la ideología. Por eso los 800 mil muertos por covid, por eso la negativa a adquirir Pfizer, y por eso la compra de una vacuna patito.

En esa lógica, levantar las medidas preventivas suena sensato en Estados Unidos; hacerlo aquí suena pero a estupidez. Las cosas, como son.

Y a la pesadilla ya solo le quedan 540 días.

twitter@jaimelopezmtz

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