La democracia se basa en la convicción de que existen posibilidades extraordinarias en el pueblo medio
Harry E. Fosdick (1878-1969) Predicador bautista
Antonio Soto Sánchez ha pasado por infinidad de cargos en el servicio público, desde alcalde de su pueblo hasta senador, pasando por diputado local y federal, así como varias responsabilidades en gabinetes gubernamentales y partidistas. Por experiencia no para. Lamentablemente su vasto caminar en las lides políticas, no ha ido de la mano de la eficacia ni de la honradez ética.
De la eficacia, porque de su número tan importante de años al frente de oficinas públicas, difícilmente se puede recordar o resaltar algo suyo; siempre ha sido anodino su paso.
Y de la honradez ética, porque solo alguien sin prendas en el terreno moral puede aceptar incorporarse a un gobierno cuyo origen partidista fustigó siempre de manera por demás severa. Más, siendo opositor.
Soto fue siempre un artero crítico de Andrés Manuel López Obrador y por ende de la 4T, pero hoy no tiene pudor alguno en sumarse a un gobierno cuatroteísta: Alfredo Ramírez Bedolla lo designó este lunes jefe de asuntos sin importancia, aunque pomposa y eufemísticamente será jefe de oficinas sectoriales, lo que sea que eso signifique.
Solo alguien con prendas morales muy a ras de piso cambia así de fácil de barco, solo porque el suyo parece hundirse. Solo un “chambista” sin recato, y Soto sin duda lo es.
Ramírez Bedolla sabe que Soto no le aportará nada a su gobierno pero es evidente que se compadeció de él, aunque ello sin duda le acarreará críticas en Morena, donde muchos aún aguardan por un trabajo en el gobierno estatal.
A la luz del perfil profesional y personal de Soto, no sorprende que haya traicionado al PRD, el partido que le hizo posible acceder a veinte mil cargos públicos, pero sí sorprende que Bedolla haya sido convencido de sus “dotes políticas”, porque algún factor debió haber operado para tan rara decisión.
Luego de un receso breve, Antonio Soto está de regreso. Vuelve a lo suyo: la ubre presupuestal.
Y a la pesadilla ya solo le quedan 534 días.
twitter@jaimelopezmtz
