Para el que nada tiene, la política es una tentación comprensible, porque es una manera de vivir con bastante facilidad
Miguel Delibes (1920-2010) Novelista español
Ricardo Monreal enseña el cobre. Muy rápido tuvo que darle la espalda a su discurso de mesura y racionalidad política. Rápido tuvo que recetarse a sí mismo un mentís que solo evidencia su talante anti democrático y convenenciero.
Apenas hace poco se decía respetuoso e impulsor de la división de poderes. De hecho, llegó a avalar medidas adoptadas por la Corte aún y cuando eran contrarias a la 4T. Llegó incluso a votar en contra de reformas provenientes de Palacio Nacional y alguna vez lo explicó así: en tanto maestro de derecho en la UNAM, no podía apoyar una medida anticonstitucional porque cómo lo explicaría a sus alumnos al día siguiente. Y tenía razón.
Esa postura le valió reacciones favorables a su institucionalidad, que parecía poner por delante incluso su militancia partidista.
Pero pronto enseñó su verdadero rostro: la anulación del Plan B por parte de la Corte este lunes, llevó a Monreal a subirse al tren de la descalificación contra los ministros. Del político respetuoso de la división de poderes al bravucón corriente y patán, no distó mucho.
Con tal de ganar bonos del rey, Monreal no tuvo empacho en amagar con juicio político contra los ministros por haber votado en contra del Plan B lopez obradorista. No tuvo reparos, pues, en hacer el ridículo y subirse al tren descalificador de López Obrador.
Lo peor para el zacatecano es que esa vergonzosa sumisión hacia el presidente, no le servirá de nada: nunca será el candidato presidencial de Morena. Jamás López Obrador se fijará en él, solo está jugando al incluirlo en la lista de corcholatas.
Monreal perderá por partida doble: en la oposición ha dejado de tener influencia, no es más un líder confiable, y simultáneamente su actitud servil no le hará acreditar ningún tipo de avance en su sueño de suceder a AMLO. Es decir, quedará como el perro del hortelano, sin ninguna de las dos tortas.
Cierto, son tiempos de definiciones, pero también son tiempos de la congruencia y la decencia política. El escaso capital político acumulado, Monreal se encargó rápido de echarlo por la borda.
Es lo malo de querer quedar bien con Dios y con el diablo.
Y a la pesadilla ya solo le quedan 512 días.
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