Los sindicatos de matrimonio son pervertidos por la victoria de la pasión desvergonzada que domina la mujer entre los hombres y las bestias
Aeschylus (523-426 QAC) Dramaturgo griego
Si algún sindicato ejemplifica a cabalidad el autoritarismo, la corrupción y la antidemocracia, es el de empleados de la Universidad Michoacana, y vaya que en la entidad, como en el país, hay material a pasto en ese terreno.
El dueño de ese sindicato -hace mucho que dejó de ser un simple líder o secretario general-, Eduardo Tena Flores, enfrenta, de unos pocos años a la fecha, situaciones inéditas para él, que han comenzado a fincar el principio de su fin.
Primero, la llegada de Salvador Jara a la rectoría nicolaita significó para Tena el primer dique que encontró jamás en su vida, laboral y sindical al menos, porque el que luego fuera gobernador le impuso obstáculos a su ambición hasta ese momento sin límites, sobre todo en cuanto a la contratación de empleados que no se necesitaban en la Universidad, pero que había que incorporar porque ya habían «comprado» la plaza.
Pero también Tena estuvo acostumbrado a excesos ofensivos, como él decidir a qué negocio la Rectoría tenía que comprar las canastas para los empleados y desde luego él entregarlas discrecionalmente a sus súbditos, así como lograr “conquistas” demenciales para éstos. Tena fue el rey en la universidad durante años, sometió a rectores y rectoras, hasta que se topó con Jara, quien, hay que reconocerlo, le puso el alto.
Y Medardo Serna afortunadamente continuó con ese proceso de contención a la actitud depredadora de Tena, hasta que vino la que puede ser la auténtica puntilla: la autoridad en materia laboral acaba de dar la toma de nota a un sindicato alterno al de Tena, que si bien es pequeño –con no más de 200 integrantes-, constituye el primer paso para desbaratar la hegemonía del sempiterno líder.
A la rectoría, aunque no le pareciera, no le queda sino acatar la determinación oficial de reconocer a dos sindicatos de empleados. Empero, es claro que en el fondo le conviene esa dualidad, porque no hay peor lastre que un líder sin límites ni contrapesos.
Tanto por razones de edad como de salud y, sobre todo, de pérdida de peso político con la obligación de compartir el poder, me parece que los días de Tena como líder sueumista están contados. La llegada de su competencia sindical es, a no dudarlo, el principio del fin para el otrora poderoso dirigente sindical. Si no, al tiempo.
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