La forma que en política ha representado la más alta voluntad de convivencia es la democracia liberal
José Ortega y Gasset (1883-1955) Filósofo español
Guillermo Valencia es un político formado en la vieja escuela del priísmo vertical, autoritario y, en cierta forma, dictatorial. Hoy lidera al PRI michoacano, o lo que queda de él, y envía señales de que lo que bien se aprende, no se olvida.
Con un dejo de autoritarismo que va a contrapelo de los aires de democracia y apertura que, se supone, debieran caracterizar a los partidos políticos hoy día, Valencia ha anunciado que gestionará ante la dirigencia nacional del tricolor que expulse a los diputados locales que no voten en el Congreso del Estado en el sentido que él les ordene.
A Valencia le está saliendo el dictador que todos los políticos, o buena parte de ellos, llevan dentro. Solo que la mayoría lo saben contener, al menos en la imagen que proyectan. Él no se cuida de eso y abiertamente reclama que los diputados priístas le deben obedecer lo que les ordene o se atendrán a las consecuencias.
El de Tepalcatepec argumenta que es justo que así suceda, dado que los diputados llegan a la curul gracias al partido y por tanto están obligados a obrar según convenga a éste, el partido. Valencia se equivoca: un diputado sí llega al Congreso bajo las siglas de un partido, pero antes que representarlo a él, lo hacen con la ciudadanía que votó en su favor. A los votantes se debe un diputado, al menos en teoría.
Pero además, ¿qué entiende Valencia por el voto en consciencia? Un legislador debe sufragar en función de lo que considere más benéfico para quienes lo llevaron a la curul, y si ello choca con los intereses de su partido, deben optar por el ciudadano. Hablo en estricto sentido teórico, porque ya sabemos que casi todos los legisladores votan en función del interés económico, o de cualquier otra índole, que les signifique determinado tema.
El líder priísta no puede enviar señales de barbarie política. Pidiendo que la dirigencia nacional expulse a los diputados michoacanos que no voten conforme él se los ordene, se deja ver que en términos políticos, no ha bajado del árbol.
¿Busca controlar el voto de los diputados priístas para reposicionarse como líder, dada su menguada fuerza, o para ser factor exclusivo de negociación del voto tricolor con el gobernador –al cual se encuentra totalmente alineado-, con los beneficios que ello significa? Es pregunta.
Y a la pesadilla ya solo le quedan 476 días.
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