El periodismo es libre, o es una farsa
Rodolfo Walsh (1927-1977) Periodista argentino
Que Proceso, la revista fundada por Julio Scherer García a finales de los setenta del siglo anterior, mude de periodicidad semanal a mensual, no debe verse como el principio del fin, como muchos seguidores de la 4T pretenden. Es un simple ajuste para ponerse a tono con la modernidad en los sistemas de difusión de los medios de comunicación y de la camisa de fuerza a que nos sujetan, queramos o no, las redes sociales.
A Proceso le ha sucedido lo que es la aspiración de todo medio de comunicación que hace periodismo: es “odiado” por el poder público. Y lo es porque durante cuarenta y cinco años ha sido una piedra en el zapato para ese poder, escudriñándolo, arrinconándolo, desnudándolo con investigaciones que casi siempre son documentadas y, por ende, imposibles de rebatir.
Durante los primeros veinte años, el PRI como partido en el poder descalificó a Proceso. Luego fue el PAN el que lo hizo durante doce años, y volvió efímeramente el PRI. Durante todo ese tiempo fue considerado como medio “izquierdista”, y para los partidos de esa tendencia ideológica era un monumento al periodismo.
Pero en 2018 llegó la supuesta izquierda al poder con Morena, y los papeles cambiaron: ahora para PRI y PAN Proceso es el prototipo del quehacer periodístico y para Morena no es sino un “pasquín inmundo”.
Nada mejor para un medio de comunicación: significa que ha cumplido y sigue haciéndolo, con su función fundamental: hacer el periodismo de siempre.
Y sí, Proceso no ha cambiado, sigue haciendo el mismo tipo de periodismo, los que han cambiado son quienes ahora ejercen el poder público: Andrés Manuel López Obrador, por ejemplo, tuvo siempre al semanario como un referente y un modelo del periodismo crítico y de investigación, porque él estaba en la oposición. Hoy que encabeza el poder público, ya considera a Proceso un medio nocivo, que atenta contra su gobierno, que es corrupto, que representa al conservadurismo y que trata de frenar la transformación del país. Hoy a López Obrador ya no le conviene el periodismo de Proceso, cuando históricamente lo alabó. E, insisto, el medio mantiene su misma línea desde hace casi medio siglo.
Por eso, que Proceso haya sido fustigado por todo el que llega al poder público por igual, es el mejor galardón que puede recibir, significa que sigue haciendo periodismo, así de fácil. Caso contrario, por ejemplo, al diario La Jornada, que de crítico histórico con priistas y panistas, trocó hoy a penosa zalamería con la 4T. La Jornada hizo periodismo hasta 2018, desde ese entonces hace propaganda ideológica del partido en el poder.
Semanario o mensual, Proceso seguro seguirá siendo un referente indiscutible del periodismo crítico. ¡Larga vida al medio fundado por Scherer!
Y a la pesadilla ya solo le quedan 472 días. Twitter @jaimelopezmtz