El triunfo político es la suma del sentido común y la capacidad de liderazgo
Enrique Tierno Galván (1918-1986) Político español
La acusación de Guadalupe Mora, hermano de Hipólito, es dramática y letal: los militares y policías asignados a La Ruana, salieron intencionalmente de la población antes de que los sicarios que tenían la encomienda de asesinar al líder de autodefensas, entraran.
Afirma que en la cancha deportiva del pueblo solo había tres soldados, que pese a que escucharon el ataque contra Hipólito, que duró casi una hora, no se movieron, con todo y que él, Guadalupe, les clamara auxilio desde la azotea de su casa, contigua a la cancha.
“Carlos, se salieron, así le hicieron en el atentado anterior, se salen, ya de acuerdo con ellos para que entren a matarlo…”, así, tajante, Guadalupe narró a Carlos Loret de Mola los hechos, cuando el periodista le cuestionó porqué nadie auxilió a Hipólito durante el ataque, si en la cancha hay soldados, efectivos de la Guardia Nacional y de la Guardia Civil.
Si damos por cierta la acusación de Guadalupe, y no hay elementos sólidos para ponerla en tela de juicio, habría quizá tres posibilidades sensatas para explicar la ausencia intencional de militares y policías en La Ruana, el jueves al mediodía: una, temor a ser ellos también blanco de ataque ante un comando mejor pertrechado; dos, recibir la orden de abandonar la población y, tres, colusión directamente de ellos, los soldados y policías adscritos al pueblo, con el cártel ejecutor de Mora, sin que necesariamente fuera una instrucción superior a la distancia.
La primera pareciera la más fácilmente descartable: tanto militares como policías estatales cuentan con el armamento, personal y preparación para haber enfrentado al comando. Por ende, hay que considerar cualquiera de las otras dos posibilidades, que en el fondo tienen el mismo meollo: la colusión con los criminales. Y eso es lo realmente grave, porque además la versión no es inédita, solo fortalece lo que por todos lados es un rumor, en no pocas ocasiones corroborado.
De la Policía Estatal, o Guardia Civil, no hay muchas dudas de su corrupción y connivencia con la criminalidad. Pero siempre queda latente la esperanza de que las fuerzas militares mantengan un último rasgo de honorabilidad. A juzgar por los hechos en La Ruana, esa estela de esperanza también se ha desvanecido. De confirmarse lo dicho por Guadalupe Mora, sería el último clavo en el ataúd de la credibilidad en el Estado mexicano.
Y a la pesadilla ya solo le quedan 458 días. Twitter @jaimelopezmtz