Faltan algunas semanas para definir quienes portarán la estafeta de los partidos políticos en la búsqueda de la presidencia de la república, se registra cierta incertidumbre que va de la mano en lances como los que se registran en las competencias de los dos bloques, uno que encabeza Morena y el grupo opositor, no hay propiamente debates aunque si discusiones que parecen interminables.
Al extremo del pragmatismo político se afinan las alianzas entre los diversos, el agua y el aceite, la izquierda y la derecha. Extremos que se unen para conseguir el poder.
Xóchitl Gálvez y Beatriz Paredes en el bloque opositor, encuestas, cálculos y expectativas; del otro lado Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard, Adán Augusto López y Ricardo Monreal, con Gerardo Fernández y Manuel Velasco; se cruzan las apuestas, cada cual desliza un discurso hasta cierto grado triunfalista. Legitiman el proceso interno con todo y los cuestionamientos en los últimos días de Marcelo Ebrard quien acusa inequidad en el proceso interno, el ex canciller ya dejó esa marca.
Los partidos políticos no esbozan ni por asomo sus características ideológicas, se han centrado en la propaganda, derechas e izquierdas parecen ser un cliché sin mayor sustancia más que un punto meramente referencial.
Recién recordaba al politólogo italiano Norberto Bobbio, estudioso de la geometría política, lo dijo en su obra Derecha e Izquierda, que aún cuando una y otra parecen menguar siguen vigentes como dualidad. Bobbio llegó a plantear que tanto el nazismo y el comunismo terminaron por ser corrientes reaccionarias.
En la etapa de la conocida como Guerra Fría las bipolaridad derecha-izquierda fue manifiesta, el mundo se dividía en dos bandos, cada cual maquinaba su propio intervencionismo para repartir el pastel geopolítico hasta llegar al derrumbe del Muro de Berlín, en lo que se conoció como el fin de la historia.
Actualmente solo parece importar el pragmatismo, esto significa que las tesis maquiavélicas están omnipresentes porque la condición humana delata el ansia por el poder sin importar las vías, los principios ni los escrúpulos, para un amplio sector las aseveraciones platónicas que indicaban que la ética debe ser la expresión de la política no es más que una concepción hueca que no tiene espacio en las estrategias para ganar elecciones.
Los partidos políticos carecen de identidad en la actualidad, en la etapa posmoderna esta situación ha perdido razón de ser, importa ganar, mezclar agendas y bajo ese escenario cualquier es posible. José Ortega y Gasset dijo: “Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo” (Meditaciones del Quijote, 1914).
Se acerca el día D para los bloques que disputarán la primera magistratura de la nación, no se descartan imponderables, inconformidades y probables rupturas, lo cual resulta previsible si partimos de un diagnóstico a flor de tierra.
La crispación no ha cedido en nuestro país, realmente no hay debates, lo que se registra es una discusión interminable, no hay claridad en cuanto a lo que se propone para la nación pero si una fiebre por la candidatura presidencial.