Hay que luchar no solo contra la desaparición forzada de personas, sino contra la impunidad y el olvido; si los olvidamos, mueren
Pasaje del Informe del Colectivo “Hasta encontrarlos”
Evangelina Contreras personifica la tragedia que significa vivir en un país, como México, en el que el estado de derecho el letra muerta, en el que la impunidad reina frente a cualquier hecho delictivo, y en el que el gobierno abraza, en lugar de confrontar, a los criminales.
Un país en el que la desaparición de sus habitantes es cosa de todos los días, y por cientos o miles, y en el que ese mismo gobierno trata de que la cifra de las desapariciones forzadas vaya a la baja, pero solo en la estadística y los números oficiales, no en la realidad. Un país cuyo gobierno pretende maquillar esa realidad solo para que el presidente no se vea afectado en su imagen.
Evangelina es víctima por partida doble: su hija desapareció hace once años a manos de miembros de un cártel en Caleta de Campos, en la costa michoacana. Y luego, hace cinco años, ella tuvo que salir huyendo de ese lugar por un atentado en su contra, al negarse a retirar la denuncia penal interpuesta por la desaparición de su hija. Hoy, Evangelina sigue buscándola, pero ella misma es desplazada. Doble tragedia.
Cuenta su historia en RESPUESTA RADIO este miércoles, mientras se prepara para acudir a la marcha convocada para unas horas después en el Centro Histórico moreliano, con motivo del Día Internacional por las Víctimas de Desaparición Forzada.
La historia, o mejor dicho, la tragedia de doña Evangelina es la de miles, acaso de millones de familias mexicanas. Solo en los últimos cinco años se reportan más de cien mil desapariciones forzadas en el país. Otro tanto en los últimos veinte años, lo que significa que el fenómeno, lejos de contenerse o amainar, se ha recrudecido en el sexenio de la 4T.
Familias enlutadas por millares; madres que no vuelven a tener un día de tranquilidad desde que sus hijos desaparecen, a las que la felicidad o una sonrisa no les vuelven a aparecer el resto de sus vidas. Madres y padres, hermanos o primos, que al paso de los años, once en el caso de Evangelina, no merman en la búsqueda aquí y allá, de sus hijos. Que reciben presiones y amenazas para que dejen de hacerlo, que como ella tienen que salir huyendo de sus comunidades por negarse a retirar las denuncias penales. Madres y padres muertos en vida porque el hijo fue arrebatado de sus manos. En el caso de Evangelina, con el agravante, por si fuera poco, que en el secuestro de su hija participó un elementos de la Marina.
Desaparecer como fantasma solo se presenta en países como México. En otras latitudes es una terrorífica excepción, un auténtico escándalo. En México es lo normal. Es la tragedia de vivir en México.
Y a la pesadilla ya solo le quedan 397 días.
X@jaimelopezmtz