Cuanto menos aporta un político, más ama a su país
Kin Hubbard (1868-1930) Periodista norteamericano
Pues si Xóchitl Gálvez es presidenta de México, como confía en serlo, y cumple lo que ofreció este domingo, pocas ilusiones pueden hacerse buena parte de los priistas, panistas y perredistas de formar parte de ese eventual gobierno.
Tajante, y al más puro “estilo Xóchitl”, advirtió al pie de Ángel de la Independencia que en su gobierno cabrían todos, menos los huevones, los rateros y los pendejos. Y resulta que lo que campea en la llamada clase política, son perfiles con alguna, o más, de esas características.
Cierto, sin necesariamente emplear ese florido lenguaje, todos los gobernantes ofrecen lo mismo que Gálvez, y al menos en México no puede ubicarse uno que lo haya cumplido. El más explícito hasta ahora ha sido Andrés Manuel López Obrador, quien garantizó que en su gobierno no habría corruptos, o rateros, aunque tampoco ofreció ninguna de las otras prendas a las que alude Gálvez. Y si algo caracteriza al gobierno lopez obradorista es justamente la corrupción y la falta de preparación y de eficacia.
El compromiso de la hidalguense solo podría materializarse, digámoslo claro, si integrara un gobierno, suponiendo que gane las elecciones, ciudadanizado, lo que implica dejar fuera perfiles tradicionales de la política y de los partidos.
Solo que tiene un problema: para hacer una elección competitiva y por ende aumentar sus posibilidades de ganarla, debe dar un espacio protagónico a los tres partidos opositores que le respaldan. Poco le aportarán éstos en términos de imagen, pero son por ahora imprescindibles.
Son un mal necesario. Y querrán, cómo de que no, un pedazo del pastel en un eventual gobierno de Gálvez. Para ella, la clave radicará en saber encontrar el punto nodal de equilibrio entre el pragmatismo de usar a los partidos, pero desprenderse mediáticamente de ellos ante la ciudadanía.
Sacarle jugo a lo que aportan: registro, prerrogativas, cuadros y experiencias, pero no permitir que su mala imagen le empañe la candidatura, primero, y un posible gobierno después.
Ello es lo que le sigue de difícil, pero si la senadora quiere tener aspiraciones reales de competir contra la elección de estado que ya tiene aceitada López Obrador, deberá hacer acopio de manejo político para no vender su alma al diablo, aunque deba utilizar lo poco que éste le aporte.
Y en ese sentido, dado que los huevones, los rateros y los pendejos pululan en los partidos, en todos ellos sin excepción, pues menuda tarea tendrá a la hora de integrar equipos de campaña, pero sobre todo de gobierno, si gana la elección.
En la medida en que desde un principio logre colocar a perfiles apartidistas, sin que eso le provoque choques insalvables con los partidos que le apoyan, aumentarán sus posibilidades de éxito, porque para encontrar perfiles honestos, comprometidos y preparados, deberá buscar en la sociedad civil.
Veremos qué tanto sabe hilar fino.
Y a la pesadilla ya solo le quedan 393 días.
X@jaimelopezmtz
