En política la sensatez consiste en no responder a las preguntas. La habilidad, en no dejar que las hagan.
André Suaréz. Poeta francés
Este viernes se cumplirán quince años de una de las páginas más negras de la historia del estado, y aun del país: el estallido de granadas el 15 de septiembre del 2008, en plena celebración de El Grito de Independencia, justo en el corazón de Morelia. Ocho muertos y más de un centenar de heridos, algunos que todavía hoy sufren consecuencias, fue el saldo. Como es común en México, quince años después sigue la impunidad, porque no hay nadie en la cárcel por los hechos.
El peso de la tragedia obliga a que no pueda olvidarse. Y es sano no hacerlo. El recuerdo se evoca sobre todo en estas fechas. Las medidas de seguridad que se aplican a partir de ese entonces son absolutamente necesarias y de hecho la ciudadanía las justifica y las respalda, aunque siempre está latente la visión de que dichas medidas deben relajarse para no enviar señales traumáticas a la sociedad y, de alguna manera, de aceptar desde el poder público que no mejoran las condiciones de inseguridad.
Nada más alejado de la realidad. Más allá de la señal que se envíe, el gobierno, el estatal sobre todo, está obligado a mantener en su más alto nivel de drasticidad, las medidas de seguridad para las celebraciones patrias. Éstas no pueden relajarse solo por cuestiones de imagen.
Los arcos detectores de metales, las revisiones a conciencia, la prohibición de venta de alcohol en los comercios del Centro Histórico y ahora el impedimento oficial de que sobre vuelen drones particulares durante las celebraciones tanto de El Grito como durante la presentación del cantante Julión Álvarez y al día siguiente en el desfile militar, son medidas que encuentren plena justificación. Hace bien el gobierno de Ramírez Bedolla en mantener una actitud drástica en ese rubro.
Es de esperarse por supuesto que el plan propicie que la concentración de miles de personas en el Centro Histórico la noche de este viernes se dé con el menor número de contratiempos e incidentes que sea posible. No hacerlo sería una irresponsabilidad gubernamental.
Y a la pesadilla ya solo le quedan 383 días.
X@jaimelopezmtz
