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sábado, noviembre 23, 2024

CIEN PLANAS DE: TRES PODERES, TRES PODERES, TRES PODERES…

Donde hay poca justicia, es un peligro tener razón

Francisco de Quevedo (1580-1645) Poeta español

¿Qué parte de “tres poderes” no le queda claro a Andrés Manuel López Obrador?

Un párvulo, ya no digamos un estudiante de preparatoria (antes de que los alcance la formadora de ignorantes Nueva Escuela Mexicana) tiene claro lo que la Constitución consagra como división de poderes, como base del Estado Mexicano. López Obrador representa uno de ellos, solo uno, el Ejecutivo, que por más poderoso que sea, no deja de compartir atribuciones y responsabilidades con los otros dos, jerárquicamente a la par, el Judicial y el Legislativo.

Cuando el presidente reconoce que él ha decidido, así, por sus pistolas, que a los actos oficiales de las fiestas patrias no han sido invitadas las presidentas de la Corte y de la Cámara de Diputados, porque “no tenemos buena relación”, se desnuda como el dictador que lleva en la sangre.

Una de dos, o es un profundo ignorante, o conscientemente decide violentar la ley para mostrar, una vez más, que para él no hay más poder que el suyo, que la división de poderes es una payasada que puede borrar de un plumazo y que el que tenga la osadía de no doblar la cerviz ante él, debe ser hecho a un lado. Ya ni hablar del destino que si estuviera enteramente en sus manos le daría a los abiertamente críticos y opositores: allá, al sitio de nombre similar a su rancho.

O igual es la suma de los dos factores, la ignorancia y la malicia, porque en todo caso no riñen entre sí. No es asunto menor, no es meramente anecdótico que haya ordenado que a la celebración oficial de la gesta de los Niños Héroes no fueran convocadas ni la presidenta de la Corte ni la de la Cámara de Diputados. Hay quien quiere verlo como asunto trivial, de forma. Para nada, porque desnuda su visión dictatorial de ejercer el poder: la concentración total, no la división. Ya anunció también que para la ceremonia de El Grito tampoco estarán la ministra Norma Piña ni la diputada Marcela Guerra. Por primera ocasión en la historia, eventos como los patrios se desarrollan con un tinte dictatorial que es imposible siquiera matizar. Ni con los presidentes más concentradores de poder sucedió algo similar. Podían ser adversarios políticos pero jamás dejaron de estar presentes en este tipo de eventos solemnes, por la sencilla razón de que son actos del Estado, no del Ejecutivo.

Hacer como que no existen, evidencia porqué López Obrador no acata ninguna resolución judicial y a los diputados los ve como lacayos. En realidad, muchos lo son, también hay que decirlo. Y eso es peligroso en grado extremo porque se acerca el cambio de poderes, el fin de su mandato. La Corte parece el último y único valladar para contener los sueños de maximato del tabasqueño, decidido a materializarlos al precio que sea, si es preciso desapareciendo a los otros poderes. ¿Suena descabellado? Al tiempo.

Y a la pesadilla ya solo le quedan 382 días. X@jaimelopezmtz

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