Cuando un hombre pide justicia, es que quiere que le den la razón
Santiago Rusiñol (1861-1931) Pintor y escrjaitor español
Ese término, el de “víctimas colaterales”, es un eufemismo que hemos acuñado en México para referirnos a las miles y miles de muertes de inocentes que se ven circunstancialmente en medio de fuego cruzado o de atentados criminales, en el baño de sangre en que está convertido el país.
Este lunes, en Tacámbaro el terror volvió a apoderarse de la población civil, cuando el atentado en contra de un hermano del alcalde terminó en la muerte de cinco personas, cuatro de ellas civiles ajenos al evento, y un policía municipal que hacía funciones de escolta de la persona a la que iba dirigido el ataque. Tres de los cuatro civiles eran comensales en el restaurante donde tuvieron lugar los hechos, y la otra, una trabajadora del mismo sitio.
Sí, tres personas que comían tranquilamente y una empleada que cumplía su horario laboral, a las diez de la mañana, en el centro de Tacámbaro, vieron terminada su existencia por estar en el lugar y en el momento equivocados. ¿Y cuáles serían los lugares y los momentos no equivocados? Ninguno, porque hoy en México a la hora que sea y en el sitio que sea, nadie está a salvo de morir. Los delincuentes cobran facturas o se enfrentan entre sí, sin importar que sea a media mañana y en un lugar público y céntrico. No hay nada que les contenga o les inhiba.
Y eso tiene una razón: vivimos en la más completa impunidad, aderezada desde hace cinco años con una política de “amistad” del gobierno con los criminales. El río de sangre que es hoy México no terminará mientras no cese la connivencia gubernamental con los cárteles, y eso no se ve que vaya a suceder a mediano plazo.
Hoy no es evitando salir de noche o no acudiendo a sitios “riesgosos”, como se reduce el peligro de ser una “víctima colateral” y perder la vida. No hay sitio ni hora segura para nadie. Es la tragedia de vivir en un país sin ley, sin gobierno, en la auténtica selva donde prevalece la ley del más fuerte, o el mejor armado. Nadie está a salvo. Es la cruz que hay que cargar en la 4T.
Y a la pesadilla ya solo le quedan 343 días.
X@jaimelopezmtz