Si practicas la equidad, aunque mueras no perecerás
Lao Tsé (siglo Vl a. C. – siglo V a. C.) Filósofo chino
Otis desnudó lo más podrido y trágico del actual sistema político:
Uno, un gobierno absolutamente falto de previsión, lo que equivale a ser irresponsable. Y en casos de fenómenos meteorológicos, ello produce dolor, destrucción y muerte. Un gobierno de improvisados, de incapaces. Eso sí, lleno de “leales” al amado líder. Tan leales como ineficaces.
Nadie fue capaz de poner en alerta a la población de Acapulco, a sabiendas de que se venía no un huracán de categoría cinco, cierto, pero sí una tormenta que a la luz del comportamiento que éstas tienen en épocas recientes, producto del cambio climático, en cualquier momento se tornan en huracanes, como fue el caso. Y si nadie avisó a la población, menos iba el gobierno a preparar los protocolos de protección civil.
Dos, un gobierno que, luego de la tragedia, se muestra incapaz de ordenar programas emergentes para contener los efectos. Incapaz de implementar medidas de reacción inmediata en función de prioridades: albergues, agua y alimentos garantizados para la población, restablecimiento de servicios, reconectar medios de comunicación y, a mediano plazo, un plan de reactivación económica del puerto, con un programa crediticio para la reconstrucción de la infraestructura hotelera.
Tres: un presidente chiquititito, enano ante la magnitud del problema. Y ni hablar de su insensibilidad ante el dolor de los gobernados. Incapaz de presentarse en la zona del desastre por más de dos horas y retornar como si nada a la comodidad y el lujo de su palacio. Un presidente que no fue capaz de llegar rápido en helicóptero, permanecer tres o cuatro días en el puerto encabezando personalmente las labores de contención de efectos y de reconstrucción, con todo su gabinete.
Y cuatro, un presidente al que, como el Covid en su momento, Otis le cayó como anillo al dedo. Un presidente que, por dantesco que parezca, hasta a una tragedia así le saca renta política y electoral. Solo un iluso se cree que le tomó por sorpresa que la Autopista del Sol estaba bloqueada y no podía pasar en su Suburban, por lo que tuvo que hacer maroma y media para llegar casi que caminando.
Por supuesto él sabía que no podía llegar por tierra, pero hacerlo en helicóptero directo a Acapulco no le habría permitido circular las imágenes pasando penurias para llegar a auxiliar a “su” pueblo. Cualquier mandatario serio toma un helicóptero militar y en una hora está en la zona del desastre. López Obrador prefirió irse por tierra, porque supuso que eso le redituaría aplausos y luego votos de su feligresía. Demagogia pura. El manual de los dictadores populistas en plena vigencia.
Vaya, pues, que Otis vino a desnudar nuestra realidad. Bueno, la realidad del régimen que padecemos.
Y a la pesadilla ya solo le quedan 340 días. X@jaimelopezmtz