Es bastante más fácil ser caritativo que justo
Arturo Graf (1848-1913) Poeta italiano
Siempre ha alardeado de ser “oposición genuina”, partido “ciudadano”, ajeno a componendas de la “vieja clase política”, pero Movimiento Ciudadano, en el momento justo y exacto, está enseñando el cobre, está evidenciado su verdadero talante de comparsa del oficialismo. MC está en modo ¡fuera máscaras!
Prestarse a la estrategia de Andrés Manuel López Obrador de impulsar a Samuel García para dividir a la oposición y restarle votos a Xóchitl Gálvez, es una muestra fehaciente, incontrovertible, del papel que juega el partido naranja en esta elección. Al menos, del papel de su líder y dueño, Dante Delgado, sometido sin chistar a las órdenes presidenciales.
Desarmado el teatro de Samuel García como aspirante a la candidatura presidencial, y a la vista de que MC no tiene con quién llenar el hueco, Delgado ha decidido abrirse de capa y dar la espalda a la alianza opositora en el Senado para, de facto, adherirse a la oficialista que encabeza Morena. Y de entrada, esa suma de los senadores naranja le podría permitir a López Obrador tener los votos para designar a quien quiera como nueva ministra de la Corte. Con sus trece senadores, MC garantiza a AMLO que no volverá a tener problemas para transitar en la Cámara Alta sus iniciativas, por ilegales y absurdas que sean la mayoría.
Obviamente, se mantiene el compromiso de que MC siga haciéndola de esquirol en las elecciones, y aporte ya no tantos votos como podría haber sucedido con Samuel García, pero sí los suficientes para desequilibrar una posible elección reñida.
Es una pena que MC muestre a estas alturas otra cara, acaso la real; una pena que el color naranja se funda con el guinda sin pudor ni recato alguno, precisamente cuando más en riesgo está el sistema democrático mexicano, porque Delgado y su partido lo que están haciendo es respaldar el fin del régimen de división de poderes, se contrapesos institucionales, de procesos electorales democráticos.
MC y Delgado están avalando la militarización del país y del gobierno, así como la vinculación de éste con el crimen organizado. Porque eso es la 4T, y eso es lo que se pretende consolidar con el “segundo piso” de la cuarta transformación. Un segundo piso al que el partido naranja ha decidido sumarse como peón de albañilería.
Aunque en el fondo, quizá sea mejor desde ahora que cada quien asuma su rol en esta etapa crucial de México. Visto así, bienvenido el ¡fuera máscaras! de los naranjas.
Y a la pesadilla ya solo le quedan 298 días.
X@jaimelopezmtz