En materia de verdad y justicia, no hay diferencia entre problemas grandes y pequeños
Albert Einstein (1879-1955) Científico alemán
Nayib Bukele se ha reelecto como presidente de El Salvador. La inédita decisión de los salvadoreños tiene una explicación: hace ya varios meses que no hay ejecuciones, secuestros ni cobro de piso en ese país, por la sencilla razón de que su gobierno tiene a todos los delincuentes en la cárcel. O al menos a la gran mayoría y quizá a muchos inocentes, pero Bukele no se anduvo por las ramas y ordenó que todo aquel que fuera o pareciera criminal, quedara detenido.
Hoy, los salvadoreños le validan esa forma de actuar, dada la pesadilla que han vivido en las últimas décadas, sometidos a los grupos criminales que asolaron al país a sus anchas, ante la complacencia o temor de las autoridades.
La reacción electoral de los ciudadanos de ese país centroamericano, confirma lo que muchos estudios advierten: en sociedades donde el nivel delincuencial llega a extremos demenciales, la sociedad está dispuesta a sacrificar un alto margen de libertades, democráticas sobre todo, en aras de garantizar que los delincuentes estén tras las rejas y de esa forma volver a estándares racionales de convivencia social.
Ello, a riesgo incluso de empoderar a gobernantes con cierto tufo de dictadores. Es el caso de El Salvador: Bukele, cierto, ha devuelto una razonable paz a su país, pero va en vías de volverse un dictador. La legitimidad de las urnas le hace suponer que sus gobernados le tolerarán enterrar la democracia, disolver poderes autónomos y eternizarse en el poder. Hasta ahora y por lo visto en las elecciones de este domingo, así ha sucedido, pero eso no significa que se justifique una dictadura en respuesta a un exitoso gobierno.
Pero cuidado, tampoco es que haya muchas equivalencias con el caso mexicano y López Obrador, otro personaje con inocultables tintes dictatoriales, porque hay una pequeñísima diferencia: Bukele es enemigo de los cárteles, los combate, manda a la cárcel a sus integrantes y claramente no tiene vínculos con ellos. No creo que hoy queden muchos mexicanos que puedan decir lo mismo de nuestro presidente.
Es decir, hay de dictadores a dictadores. Aun entre ellos hay niveles.
Y a la pesadilla ya solo le quedan 251 días.
X@jaimelopezmtz