El mejor argumento en contra de la democracia es una conversación de cinco minutos con el votante medio
No es fácil de entender las decisiones sobre definición de candidaturas que toma Morena. Es probable que en la soberbia propia de quien ejerce el poder, pierda dimensión de la realidad. Es el caso de Morelia, cuya Alcaldía buscará pero con el perfil más débil de los que tenía en el abanico, Carlos Torres Piña.
En el camino, Morena dejó dos cuadros mucho más competitivos, Fabiola Alanís y Juan Carlos Barragán. Cierto, a la ex comisionada para prevenir la violencia contra las mujeres, la cúpula morenista le ha asegurado encabezar la lista de plurinominales al Congreso del Estado, lo que le garantizaría liderar la próxima bancada morenista. Posición no menor. Y a Barragán se le ha asegurado contender en búsqueda de su reelección como diputado local, con razonables márgenes de posibilidades de ganar.
Empero, la joya de la corona, pensando en el 27, no es el Congreso, sino Morelia. Y es evidente que Morena no tiene una lectura siquiera aproximada a la realidad político-electoral. Alfonso Martínez debió saltar de gusto el sábado por la noche cuando se enteró que su contrincante sería Torres Piña, personaje sin arraigo en la capital –prácticamente un desconocido-, sin jamás haber desempeñado algún cargo público que le permitiera establecer contacto o puente con sectores sociales. Toda su vida política la desarrolló en tareas de activismo partidista, primero en el PRD y luego en Morena. Fue secretario de gobierno en la administración bedollista, pero con más pena que gloria. De feroz crítico de López Obrador, cuando aún portaba la camiseta amarilla del PRD, pasó a las loas al tabasqueño y a la 4T. Solo su pacto con el propio Alfredo Ramírez Bedolla le ha permitido aspirar primero, infructuosamente, a la candidatura al Senado, y ahora a la Alcaldía moreliana.
Morena no tomó en cuenta que, contrario a otros municipios donde solo con la marca 4T tiene para ganar sobradamente, en Morelia hay una marca local más fuerte, la de Alfonso Martínez, quien tenía cierta preocupación de que tuviera que contender con Barragán o con Alanís, pero que en sus expectativas el escenario más favorable era que enfrente tuviera a Torres Piña. Y con razón: la candidatura de Morena en favor del oriundo de Paracho, le abre la puerta de par en par a Martínez para reelegirse y de ahí ver al 27, ahora con más optimismo que nunca.
Queda claro que a Morena le está cobrando factura la borrachera del ejercicio del poder; no tiene una lectura clara de la realidad y toma decisiones francamente descabelladas. Si Martínez Alcázar de cualquier forma era favorito para reelegirse, incluso sin el apoyo del PRI, cuyo líder Guillermo Valencia parece jugar en favor de Casa de Gobierno, hoy las aspiraciones del alcalde son más sólidas que nunca. El 27 parece al alcance de su mano. Si no, al tiempo.
Y a la pesadilla ya solo le quedan 223 días.
X@jaimelopezmtz