Una dictadura no puede explicar, solo puede suprimir
Mohamed Nasheed (1967-?) Presidente de Las Maldivas
Es evidente que Alfonso Martínez optó por lo sensato, al separarse de la Alcaldía capitalina durante los cuarenta y cinco días que durará la campaña, en la que buscará la reelección.
La ley, cierto, le permite la posibilidad de no tener que separarse y jugar simultáneamente con la camiseta de alcalde y de candidato. Empero, ni operativa ni políticamente le servía acogerse a esa prebenda legal, primero porque es punto menos que imposible atender ambos compromisos, pero también porque hacerlo le hubiera significado que gobierno y la 4T arrecieran la andanada en su contra por “desatender” la ciudad.
Es diferente a los casos de diputados que buscan la reelección, porque su posición es tan cómoda y fácil de llevar, que no requieren separarse de sus cargos. Para ser francos, si faltan durante mes y medio o tres meses, nadie percibe su ausencia. Diferente es el caso de la capital.
A decir verdad, tampoco es que ni él ni nadie es indispensable. Hay que reconocer que la vasta experiencia que ha alcanzado luego de gobernar la ciudad casi seis años, en dos periodos, le permite dejar un ayuntamiento sin sobresaltos ni focos rojos, salvos los problemas normales de un municipio tan complejo. Es de esperarse que la síndico, Susan Melissa Vázquez Pérez, cumpla sin contratiempos su temporal encomienda.
Martínez optó, pues, por no dar pie a las críticas, y a la luz del nivel de encono que ha alcanzado la contienda electoral, aunque formalmente no haya comenzado, fue lo mejor que pudo haber hecho. El horno no está para bollos, ¿para qué tan atizarle al fuego?
Y a la pesadilla ya solo le quedan 184 días.
X@jaimelopezmtz