Las dictaduras nunca son tan fuertes como creen que son, y las personas nunca son tan débiles como creen que son.
Gene Sharp (1928-2018) Filósofo estadounidense
La aparición de la polémica camiseta con la “santa muerte”, advirtiendo que “un verdadero hombre no habla mal de López Obrador”, no debe analizarse a la luz de la libertad religiosa, como lo planteó el propio presidente, sino de que es consustancial a su gobierno, cuya principal característica es justamente eso, la muerte.
Supongo que ni él, López Obrador, ni Morena, han dimensionado lo contraproducente que les puede ser esa efigie en términos incluso electorales. Desde luego en un régimen de libertades religiosas, el culto a la muerte puede ser fustigado por muchos, comenzando por las jerarquías de las asociaciones religiosas, todas ellas, pero en todo caso es una práctica que se ejerce en ese marco de libertad. El asunto no va por ahí, hay que insistir en ello.
Sí en cambio, deliberadamente o por descuido, Morena está metiendo en un brete al propio López Obrador, porque su gobierno tiene el signo de la muerte:
Medio millón de mexicanos muertos atribuidos directamente al criminal manejo de la pandemia; casi doscientos mil muertos este sexenio a consecuencia de la violencia absolutamente desatada, más otros ciento quince mil que al estar reportados como desaparecidos, lo más probable es que estén también sin vida; al menos seis mil niños muertos por no haber contado con medicamentos para el cáncer, resultado directo del desabasto provocado por la negligencia del sector salud; incontables migrantes centroamericanos muertos en su cruce por México al intentar llegar a Estados Unidos, incluyendo los cuarenta que fallecieron calcinados en la cárcel migratoria del gobierno en Ciudad Juárez; veintiséis muertos de la Línea 12 del Metro capitalino, a causa de la falta de mantenimiento en el gobierno de Claudia Sheimbaum.
El etcétera es interminable. Así, el gobierno de López Obrador tiene en la frente el signo de la muerte. Que ahora lo plasme Morena en una camiseta, en todo caso no hace sino retratar a una administración trágica para México.
Y a la pesadilla ya solo le quedan 170 días.
X@jaimelopezmtz
