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jueves, noviembre 21, 2024

LIBROS Y LA CLASE POLÍTICA

El Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor es la efeméride que nos recuerda lo fundamental del logos, la riqueza de contenidos en el mar infinito de palabras. Este 23 de abril no fueron pocos los eventos organizados ex profeso para promover los libros, tenemos un país con grandes autores y escasos lectores aunque suene paradójico.

La clase política, en general, no lee, algunos servidores públicos que despachan en oficinas culturales tampoco, esa es la realidad. El hábito de la lectura debe inocularse desde la niñez porque es más complicado en edades posteriores, bien dicen los psicoanalistas que origen es destino.

En nuestro idioma dos perlas bibliográficas siguen vigentes, ya son clásicas porque perviven en lugares destacados, en las marquesinas literarias, una se escribió hace cuatro siglos, el más reciente en 1967, sus autores Miguel de Cervantes Saavedra y Gabriel García Márquez, respectivamente, los títulos son El ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha y Cien años de Soledad. Ambas obras tienen un sitial que se distancia de lo efímero para formar parte del patrimonio universal de nuestro idioma.

México aún no es un país con la distinción de leer profusamente, ocupamos un bajo lugar en el concierto internacional, no obstante que tenemos una extraordinaria pléyade de escritores como Carlos Fuentes, Octavio Paz, Alfonso Reyes, Carlos Monsiváis, Rosario Castellanos, por citar sólo algunos nombres del directorio de las letras, poetas como Jaime Sabines, Ramón López Velarde, José Emilio Pacheco, Ramón Xirau, entre muchos otros, eso no ha bastado para que se lea profusamente.

Es conveniente impulsar, construir otras políticas públicas para motivar la lectura a través de diferentes esquemas y para ello las universidades juegan un papel preponderante porque la vocación cultural les es inherente, se trata de una función sustantiva, en Europa o Estados Unidos muchos de los programas en la materias son diseñados, trazados y operados desde tales centros de estudios. En México se debe poner el acento en ello.

En Morelia y otros municipios michoacanos contamos con un alto número de talleres que aglutinan calidad y exponentes serios para incentivar tanto la lectura como la escritura de algunos géneros literarios, abordados desde la óptica de la sociedad civil, los resultados han sido positivos, espero haya una oleada masiva para sembrar letras. No bastan las campañas de fomento a la lectura con duración de un día conmemorativo, hacen falta otras políticas de mayores alcances máxime que hemos vivido días complicados que reflejan vacíos que bien podrían llenarse con educación y cultura no sólo con policías, inseguridad y zozobra.

Aún se recuerda al ex presidente Enrique Peña Nieto que en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, en su momento de candidato a la primera magistratura no atinó a mencionar tres libros con sus respectivos autores que le hayan marcado, un alto número de integrantes de la clase política no leen, lo hacen evidente por su lenguaje.

En estos tiempos electorales no se aborda el tema cultural ni por equivocación, alguna vez el maestro Jorge Luis Borges aseguró que leer es un ejercicio intelectualmente superior al de escribir, no está demás hacerlo. Leer implica despertar.

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