LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN DE AMLO
La historia de Julian Assange, periodista, programador y activista de internet de origen australiano, fundador del portal Wikileaks, donde se divulgó información militar secreta de los Estados Unidos, podría ser material para toda una novela donde finalmente triunfa la libertad de expresión.
Assange saltó a la fama mundial en 2010 al destapar miles de documentos secretos del gobierno de Estados Unidos en su sitio, sobre las guerras en Irak y Afganistán, pero también de América Latina y el Caribe.
Por ello, fue perseguido por el gobierno de Washington acusado de espionaje. Tras solicitar asilo en la embajada de Ecuador en Londres, donde pasó varios años y más tarde trasladado a una cárcel británica, salió libre ayer y regresó a Australia, al realizar un pacto con el gobierno estadunidense.
Y aunque el asunto debe suponerse como una victoria para el periodismo y la libertad de prensa, que sí lo es, hay personajes sin calidad moral que festejaron su libertad.
Fueron los presidentes izquierdistas de México, Cuba, Venezuela, y Colombia quienes celebraron la liberación de Assange, pero en sus propios países el periodismo está bajo amenaza y ejercerlo libremente puede costarte la vida, como en el caso de México.
Mientras estos líderes populistas exaltaban la liberación del australiano, al interior de sus países, los periodistas son perseguidos, asediados y difamados desde las más altas esferas del poder, como lo hace López Obrador en nuestro país, donde finalmente muchos de ellos son asesinados.
Sus declaraciones son meramente oportunistas e hipócritas porque ninguno de los aprendices de tirano que gobiernan dichos países respeta este derecho que al menos en México, se erige como el único vestigio independiente que quedará tras las reformas propuestas por López Obrador.
Por ello estos líderes oportunistas, Mesías falsos no pueden ocultar una realidad; son candil de la calle y oscuridad en la casa.
