Si hubiera más políticos que supieran de poesía, y más poetas que entendieran de política, el mundo sería un lugar un poco mejor.
John F. Kennedy (1917-1963) Presidente de Estados Unidos
Los Yunes, Araceli Saucedo y el tabasqueño Sabino Herrera, son unos apátridas y traidores sin vergüenza, de eso no hay duda. Pero no acotemos a ellos únicamente la responsabilidad por la destrucción de la división de poderes.
Al INE y al Tribunal Electoral hay que señalar con dedo flamígero: ahora nadie parece recordar que ahí se incubó el huevo de la serpiente.
Si los organismos electorales hubieran actuado con patriotismo, con apego al espíritu constitucional a la hora de distribuir entre los partidos políticos los escaños plurinominales en las cámaras de diputados y de senadores, con toda seguridad el cártel de la 4T se hubiera quedado lejos de su soñada mayoría calificada.
Pudo haber apretado para comprar o amenazar a diputados y senadores, pero serían tantos los que les faltarían, que hubiera sido imposible lograrlo. En cambio, al regalarle veinte por ciento más de espacios con relación a su número de votos en San Lázaro, y dejarlo a solo tres de las dos terceras partes en la Cámara Alta, resolver el déficit fue como coser y cantar para la una mafia como la 4T.
Hoy, INE y Trife vuelven la mirada a otro lado, pero su apátrida actuación les marcará en la historia. Ahí pudo pararse a tiempo la tragedia que se viene para México, pero sus integrantes, la mayoría de ellos, prefirieron, como los Yunes, como Saucedo y como Sabino, ver por su propio interés: padre e hijo para no ir a la cárcel, los perredistas para ver crecer sus cuentas bancarias en varios dígitos, y los comisionados y magistrados simplemente para no terminar con sus cosas en la calle.
Así que por más que se escondan hoy en la batahola de eventos vinculados a la demolición del poder judicial, INE y Trife, no lo olvidemos, son los autores iniciales de la masacre a la República.
Y a la pesadilla, a la actual, ya solo le quedan veinte días.
X@jaimelopezmtz