Las promesas de ayer de los políticos, son los impuestos de hoy.
William L. Mackenzie (1795-1861) Primer Ministro de Canadá
En lo local, a Andrés Manuel López Obrador se le abrieron las puertas de la impunidad con la aprobación de la reforma al Poder Judicial, pero allende las fronteras es altamente probable que, por el contrario, se le comiencen a cerrar.
El obús de Genaro García Luna enviado este martes desde su prisión en Nueva York, al acusarle de nexos con los cárteles del crimen organizado, y de impulsar la reforma judicial para beneficiar a los capos, puede pegar realmente en la línea de flotación del aún presidente pero, sobre todo, del ciudadano sin fuero que será a partir del primero de octubre.
Si la detención de “El Mayo” Zambada debió prender los focos rojos en Palacio Nacional, la carta hecha pública este martes por García Luna debe ponerle en actitud de absoluta alarma.
El presidente tiene claro, supongo, que la misiva de marras no es producto de la casualidad, no es que el reo se haya levantado el martes con repentinas ganas de escribir y qué mejor hacerlo que en contra suya. Para nada. Es probable que sea producto de los acuerdos de García Luna con la justicia norteamericana, y si en los siguientes días Zambada formula señalamientos similares, entonces no habrá duda de la embestida yanqui contra López Obrador.
Éste, claro, saldrá de inmediato a desmentir la acusación, con el prurito de que un delincuente no puede tener credibilidad. Pero el problema de fondo no es lo que expresa García Luna, sino si éste habla por sí o por la justicia gringa. Mucho me temo que lo segundo tiene más soporte. Y eso precisamente debe temer el presidente.
Pueden venirse nubarrones para el tabasqueño en cuanto le abandone el fuero. Si no, al tiempo.
Y a la pesadilla, a la actual, ya solo le quedan trece días.
X@jaimelopezmtz