El martes 5 de noviembre, esta misma semana, Estados Unidos elegirá a su titular del ejecutivo número 47, que como bien sabemos caería dicha responsabilidad en la persona de Kamala Harris, que de ser así se convertiría en la primera mujer en ocupar ese cargo, además de la segunda persona afronorteamericana en ganar la presidencia, después de Barack Obama.
Por otra parte, también es muy posible que vuelva a ocupar la titularidad del ejecutivo estadounidense Donald Trump, quien ya fue el presidente 45, durante los años 2017 al 2021. De recuperar la presidencia el candidato republicano sería el segundo mandatario en serlo en dos periodos no consecutivos, habiendo sido hasta ahora el único Stephen Grover Cleveland durante los años 1885-1889 y 1893-1897.
Trump, de ganar, habrá triunfado en dos procesos electorales sobre las dos candidatas presidenciales que ha tenido el Partido Demócrata: Hillary Clinton y la actual vicepresidenta Kamala Harris.
Sobre al anterior punto, debe señalarse que no se trata de las únicas mujeres que han participado por la presidencia, pero sí son las dos únicas de algún partido con posibilidades reales de triunfar. En este 2024 hay más mujeres en las boletas presidenciales de Estados Unidos, como es el caso de Jill Stein, por el Partido Verde, quien ya fue candidata en el 2012 y 2016, participando en su tercer proceso electoral, y compitiendo también Claudia de la Cruz, por el Partido Socialismo y Liberación, ambas con nulas posibilidades de ganar.
El Partido Republicano, el de Donald Trump, nunca ha postulado una mujer a la presidencia, únicamente a la vicepresidencia en la persona de Sarah Palin, como compañera de fórmula de John McCain en 2008.
Tomando como referente dos puntos de los que hemos hecho mención en las líneas anteriores, el de presidentes mujeres y de origen africano, encontramos contrastes interesantes entre Estados Unidos y México.
Desde este 2024, México cuenta con primera ocasión a una mujer ocupando en la presidencia, en la persona de Claudia Sheinbaum, lo que dio termino a los gobiernos exclusivamente de hombres desde 1821 en que México pasó a ser independiente. De triunfar Harris en Estados Unidos, se daría el hecho único de que ambos países tengan mujeres al frente de sus poderes ejecutivos.
En lo que tiene que ver con presidentes con raíces africanas, Estados Unidos apenas tuvo su primer presidente con este origen, como ya lo dijimos, en la persona de Barack Obama, en 2009, en que tomó posesión de su cargo. Para darse este acontecimiento, desde que se consumó la independencia de las Trece Colonias originales, en 1783, 206 años.
En gran medida esa tardanza se debió al racismo y la esclavitud que imperó en los Estados Unidos durante gran parte de su historia, que con distintas medidas privaron de muchos derechos a los norteamericanos de raíces africanas (los latinos y otros grupos también han sufrido diversas medidas discriminatorias en favor de los grupos sajones).
México tiene una historia muy diferente respecto a sus integrantes de origen africano. Desde sus primeros documentos constitucionales se dictó la abolición de la esclavitud, que fue reiterada en diversos documentos y sin embargo, a los afromexicanos se les invisibilizo.
Muchos crecimos con el dato histórico de que Benito Juárez había sido el primer presidente indígena, no solo de México, sino de toda América, lo que sin dada debía destacarse.
Sin embargo, a los presidentes de origen afro, simplemente se les ignoró o se les negó esa cualidad, cuando desde fechas tan tempranas, como 1829 un afromexicano ocupó esa posición, en la persona de Vicente Guerrero, uno de los héroes de la independencia y posteriormente, durante unos meses de 1855, Juan Álvarez, héroe de la Guerra de Reforma.
Es de contrastarse, como mientras en los Estados Unidos se toma como un avance en la integración de la sociedad el que un o una afronorteamericana llegue a la presidencia, aquí se silenció durante muchos años y nunca se pregonó, que, así como México fue el primer país de América en tener un presidente de origen indígena, también lo fue en tenerlo con ancestros africanos (con la excepción de Haití que tiene características especiales).
No ha sido hasta años recientes, que México a medio empezado a reconocer el papel de sus poblaciones de afrodescendientes.
De alguna forma tan mala era el racismo de los Estados Unidos, que la invisibilización que se dio en México, por fortuna eso parece estar cambiando poco a poco.
Esperemos que el martes triunfe en los Estados Unidos una mujer, que representa la pluralidad del mundo, frente al candidato de discurso machista y que representa la supervivencia de un racismo que se resiste a desaparecer.